El canto de la “Passio Christi” en los lugares donde todo ocurrió | Custodia Terrae Sanctae

El canto de la “Passio Christi” en los lugares donde todo ocurrió

Jerusalén, 19 de abril de 2011

Justo en estos días, en Jerusalén, se celebra el Pésaj -la Pascua judía-, que recuerda la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. En estos mismos días, los cristianos se preparan para la Pascua de Resurrección con los ritos de la Semana Santa. La solemnidad de estos días, en los que se recuerdan los momentos más dramáticos y gloriosos de la experiencia humana del Hijo de Dios, se resume en el canto de la “Passio Christi”.

Hic. Aquí. En los lugares donde todo ocurrió, en la Ciudad Santa donde todo empezó hace más de dos mil años, se proclaman los hechos de la Pasión de Cristo tal y como los recogen los cuatro evangelios. En el altar, tres lectores cantan en latín los últimos días de la vida de Jesús durante las misas solemnes celebradas el Domingo de Ramos, el Martes, el Miércoles y el Viernes Santo.

El camino hacia la Pascua, que se vuelve más intenso a partir del Jueves con la memoria de la Última Cena, en Jerusalén cobra, si cabe, más sentido y el canto de la Pasión es una de las formas en las que se manifiesta la preparación para el momento fundamental de la fe cristiana. Es un rito en el que la lectura de la Palabra de Dios se entrelaza con el movimiento de los fieles en la asamblea que escuchan en pie, se sientan, se inclinan en el momento de la muerte de Cristo para después volverse a levantar.
Tras el evangelio de Mateo, proclamado el domingo, esta mañana a las 7:30 horas en la Capilla de la Flagelación, ha sido el turno de la Pasión según san Marcos, en la misa celebrada por el Vicario custodial de la Custodia, fray Artemio Vítores. Mañana, en Getsemaní, se cantarán las palabras de Lucas para terminar, el viernes, con el evangelista san Juan.

Este Martes Santo, bajo el un sol velado en una jornada más fresca que la de días anteriores, el rito ha reunido a los cristianos latinos de Jerusalén dentro y fuera de la pequeña iglesia que se levanta en el lugar en el que la tradición sitúa la flagelación y condena a muerte de Jesús y que hoy ha sido el punto de partida de los numerosos Vía Crucis de los peregrinos.


Texto de Serena Piccariello
Fotos de Marco Gavasso