El beso de la roca en Belén | Custodia Terrae Sanctae

El beso de la roca en Belén

Gruta de la Natividad, Belén. 27 de diciembre de 2011

El 27 de diciembre, fiesta de san Juan Evangelista, la comunidad de los frailes menores del convento de Santa Catalina, junto a la Basílica de la Natividad de Belén, va en procesión hasta la Gruta para cumplir con una devoción propia de este día: el beso de la roca del pesebre que acogió al Niño Jesús. Para poder llevar a cabo este acto de veneración es necesario que los sacristanes desmantelen toda la parafernalia que se había preparado solemnemente para la Navidad en el pesebre; las cancelas de protección se desmontan y se quitan las lámparas, las telas preciosas y el cuadro que representa la Natividad. Los sacristanes aprovechan, además, para limpiar bien el lugar ya que, a pesar de las protecciones, la piedad de los peregrinos hace que algunos papeles, en los que han escrito sus oraciones de intercesión, y fotografías logren introducirse.
También se quita la imagen del Niño Jesús, porque todo debe quedar completamente vacío, de tal modo que la roca testigo del evento salvífico de la encarnación se presente en toda su evidencia y se preste a ser venerada por el beso de los frailes. Este acto de devoción se realiza en silencio, privado de toda liturgia propia. A pesar de ser una devoción muy antigua y estar prevista por los protocolos del Status Quo, las investigaciones sobre su origen y su historia siguen aún en curso. Según el ceremoniero de la Custodia de Tierra Santa, P. Marcelo Ariel Cichinelli, esta devoción sería la reminiscencia de un rito más amplio del tiempo en el que los frailes de la Custodia tenían pleno y libre acceso a la Gruta y a la Basílica. El gesto recuerda el beso de la Columna de la Flagelación, que los franciscanos realizan durante su peregrinación del miércoles santo al Santo Sepulcro, y en el que podría estar inspirado. Pero, ¿por qué el 27 de diciembre? Según el P. Marcelo –que remite, sin embargo, a posteriores investigaciones- la razón se halla en la dependencia de la liturgia de los franciscanos y de la Custodia de Tierra Santa de la Liturgia Romana: el misal tridentino fija en este día una estación papal en Santa María la Mayor, donde se custodia la reliquia de la cuna en la que fue depositado el Niño Jesús, que en la Octava de Navidad habría recibido una atención especial. De igual modo, en Tierra Santa los frailes podrían haber introducido este acto de devoción pues, en el preciso lugar de la Gruta de la Natividad, estaría más justificado y sería más significativo.

Texto y fotos de fray Riccardo Ceriani