El arte culinario, ¿puede convertirse en vínculo con las Casa Nova de Tierra Santa? | Custodia Terrae Sanctae

El arte culinario, ¿puede convertirse en vínculo con las Casa Nova de Tierra Santa?

Estos días ha concluido, en Casa Nova, la segunda etapa del proyecto que comenzó en noviembre pasado con el Instituto hostelero «Perotti» de Bari. La iniciativa porta un mensaje especial que va más allá del arte culinario para convertirse en puente que une distintas culturas y, creando nuevas relaciones, siembra semillas de paz y esperanza entre los jóvenes, y menos jóvenes, que durante todos estos días han trabajado en la cocina de Casa Nova.
En Jerusalén, donde distintas religiones, lenguas y culturas se cruzan a diario, el arte de la buena cocina sabrá encontrar los ingredientes adecuados que, bien mezclados, puedan convertirse en elemento integrador. No es casualidad que el proyecto se haya realizado en Casa Nova, un organismo de la Custodia de Tierra Santa, depositaria de la misión de custodiar y mantener no solo los Lugares sino también las piedras vivas que aquí viven.
Este es el mensaje, un poco provocador pero muy estimulante, que fray Raffaele Caputo, inspirador del proyecto, lanza a los institutos hosteleros, no solo italianos sino de todo el mundo para que, en el futuro, puedan unirse y participar.
La idea, que nació de fray Raffaele Caputo, director de la casa franciscana de acogida para los peregrinos, fue apoyada por la solicitud, siempre de amplias miras, de fray Pío Dandola, comisario de Tierra Santa de la Apulia. Ingredientes locales, elaborados con una sabia maestría, experiencia profesional, curiosidad y un gran deseo de trabajar juntos han hecho el resto.
Durante las semanas que han pasado en la cocina, Angelo, Danilo y Gianluigi, estudiantes de quinto curso cerca ya de graduarse, bajo los ojos vigilantes del chef Domenico Maggi y del encargado de sala, Michele Ciliberti, han cocinado y presentado, junto al personal de Casa Nova, unos platos deliciosos y muy coloridos.
Ensalada de gambas, manzanas y apio; crepes con salmón y verduras mixtas; rollo de celestina con atún y tomate; capresinas con queso feta y mozzarella; mejicanitos a la Casa Nova; assiette de Jerusalén; berenjenas rellenas gratinadas; buñuelos, focaccia y pizza con tomate y cebolla… Pastel de lasaña al horno, crepes a la boloñesa, fusilli con judías y tomate fresco, macarrones a la pizzaiola, maccheroncini a los cuatro quesos. Y… de postre, la pastelería de Angelo con la copa Perotti, una mousse de granada; hojaldre con crema pastelera, nata y fresas; fagottini de pasta con manzana, pastel de ricotta, crostata de mermeladas diversas, preparada por sor Luss; tarteletas…

¡Se hace la boca agua! Han tenido mucha suerte los huéspedes de Casa Nova probando tantos manjares.
Si las mañana han estado marcadas por un ritmo de trabajo férreo, las tardes se han dedicado a visitar los Santos Lugares de Jerusalén. Estudiantes y profesores, acompañados por los frailes y por Luigina, voluntaria todoterreno de María Niña -antiguo orfanato femenino de la Custodia donde se acogía a las jóvenes-, han podido realizar excursiones al mar Muerto, Belén y Galilea para conocer la historia de esta Tierra y descubrir los orígenes de nuestra esencia cristiana.
Angelo, Danilo, Gianluigi, Michele y Domenico volverán a Bari cansados por el ritmo insólito de Tierra Santa para retomar su rutina; pero seguramente, lo harán con un equipaje lleno de experiencias que contar a sus familias, en la escuela, en los ambientes que normalmente frecuentan. No les faltará tiempo para volver y reforzar estos nuevos vínculos.
Ayer, por sorpresa, el custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, les visitó mientras estaban trabajando, una ocasión para reunirse y conocer a los italianos, saludar al personal de Casa Nova y probar los platos que estaban preparando. ¡Qué mala suerte que la pizza y la focaccia se estuvieran cociendo aún en el horno!