Doble celebración en el Monte Tabor por la Transfiguración de Jesús y el jubileo del centenario de la basílica

Doble celebración en el Monte Tabor por la Transfiguración de Jesús y el jubileo del centenario de la basílica

A la solemnidad de la Transfiguración de Nuestro Señor, que se celebra el 6 de agosto en el monte Tabor, se suma este año la gran celebración por la inauguración del jubileo del centenario de la basílica, terminada en 1924 por el arquitecto Antonio Barluzzi en el lugar del monasterio benedictino de época cruzada.

La especial conmemoración, que coincide con la de la Basílica de las Naciones en la ladera del Monte de los Olivos en Jerusalén, permite a los fieles vivir la experiencia de la indulgencia a través de la peregrinación a los santuarios a cargo de la Custodia de Tierra Santa.

El lugar de la Transfiguración

Desde Jerusalén, Nazaret, Acre y los santuarios de Galilea, muchos fieles se reunieron en el Monte Tabor, situado a una altura de 580 metros sobre el nivel del mar, que se alza solitario en la llanura de Esdrelón.  Este es el lugar donde la tradición, a partir de San Cirilo de Jerusalén en el siglo IV, sitúa el acontecimiento de la transfiguración de Jesús: “y subió con ellos aparte a un monte alto. […], y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz” (Mt 17, 2).

En este monte se construyeron posteriormente tres iglesias (en recuerdo de las “tres tiendas” que Pedro quería hacer para Jesús, Moisés y Elías) donde los monjes solían velar en oración, por turnos, día y noche (como relata el monje armenio Eghishe en el siglo VII).  La comunidad de franciscanos de la Custodia se estableció en el monte a partir de 1631.

La apertura de la Puerta Jubilar

Fue fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, quien presidió las celebraciones y dio comienzo al jubileo, con la solemne apertura de la Puerta Santa: Estamos hoy aquí para inaugurar el jubileo del centenario de esta basílica, primera obra del arquitecto Antonio Barluzzi, que la realizó entre 1921 y 1924. El primer elemento de la basílica, que evoca in situ la aparición luminosa de Jesús en la gloria del Padre a los tres apóstoles, solo podía ser la luz [aquí el discurso completo del Custodio].  La Penitenciaría apostólica ha recibido nuestra solicitud y ha renovado la posibilidad de vivir la experiencia de la indulgencia a través de la peregrinación a los principales santuarios que están a cargo de la Custodia de Tierra Santa».

Siguiendo la tradición local, numerosas familias cristianas de Galilea se reunieron en el santuario ya desde la tarde anterior, pasando la noche en tiendas, en serena y gozosa espera. Esta tradición se remonta a la época otomana, cuando los frailes eran propietarios del lugar, pero solo tenían derecho a ir una vez al año, por la Transfiguración.

“El Señor se manifiesta a cada uno de nosotros”

La homilía fue pronunciada por el párroco de Nazaret, fray Ibrahim Alsabagh, que quiso actualizar el significado de la Transfiguración, preguntándose si el Señor aparece hoy en algún momento para fortalecer a los hombres en la fe. «Sabemos con certeza que la manifestación del Señor no se limita a los tres discípulos, sino que se revela a cada uno de nosotros para fortalecer nuestra fe y darnos la fuerza para llevar la cruz – afirmó fray Ibrahim –. Él se manifiesta mediante su palabra, a través de los sacramentos y en todo su poder salvífico. Por su amor, Jesús se transfigura en nuestro corazón cada vez que lo invocamos para que nos llene de la certeza de su identidad y nos comunique toda su fuerza salvadora, que necesitamos».

Al final de la celebración, los frailes y los fieles se dirigieron en procesión a la capilla Descendendibus, situada a la entrada del santuario del Tabor. El nombre alude a la bajada de los apóstoles del Tabor: “Cuando bajaban [descendentibus, en la Vulgata latina] del monte, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos»” (Mt 17, 9). Aquí el Custodio de Tierra Santa entregó a los frailes unas ramas de la encina del Tabor, una planta de hoja perenne que se encuentra detrás de la iglesia, símbolo y recuerdo del lugar y de la celebración, que concluyó con un rico momento de convivencia en la plaza frente a la basílica.

Silvia Giuliano