
El martes 1 de julio, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa se reunieron en oración en el Santuario de Getsemaní para celebrar la Solemnidad de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
La celebración fue presidida por el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, que con este oficio litúrgico concluía su mandato en Tierra Santa, a la espera del nuevo Custodio electo, fray Francesco Ielpo. Concelebraron numerosos sacerdotes, entre ellos el vicario custodial, fray Ibrahim Faltas, y el guardián del convento de Getsemaní, fray Sinisa Srebrenović.

La antigua devoción a la Sangre de Jesús encontró reconocimiento oficial en la liturgia cuando Pío IX instituyó la Fiesta de la Preciosa Sangre en 1849, fijándola para el 1 de julio. Más tarde, con la reforma litúrgica de 1969, San Pablo VI decidió unir esta celebración a la del Corpus Christi. En la actualidad, Jerusalén sigue siendo el único lugar donde la fiesta continúa celebrándose por separado, ya que la Basílica de la Agonía, a los pies del Monte de los Olivos, custodia el lugar donde Jesús sudó su sangre.

"De Nazaret a Getsemaní, de Getsemaní al Calvario, del Calvario al altar y a cada uno de nosotros".
Con estas palabras, el Custodio de Tierra Santa comenzó su homilía (texto completo aquí), destacando cómo la Preciosa Sangre de Jesús, desde su encarnación, pasa por todas las etapas de la vida de Cristo hasta llegar a cada uno de nosotros, transformando la historia de la humanidad en una historia de salvación.
"Esta es la Preciosísima Sangre de Jesús", continúa el Custodio, " su vida enteramente entregada, que ahora se convierte en el don que sana nuestra vida, nos pone de nuevo en contacto con Dios, [...] a través de esa sangre es la misma vida divina la que fluye en nosotros".
En esta solemnidad celebramos el encuentro vivo con Cristo: en su sangre entregada recibimos la gracia que nos transforma interiormente, nos reconcilia con Dios y nos hace partícipes de su misma vida divina.

Por último, el Custodio quiso recordar la dramática actualidad de Tierra Santa, señalando la Eucaristía y la sangre derramada por Cristo como camino para construir la paz y el respeto a toda vida.
"Para nosotros, que vivimos en un contexto en el que la sangre humana se derrama con demasiada facilidad y sin escrúpulos, en un contexto en el que palabras como perdón y reconciliación resuenan lejanas y casi irrealizables, [...] las palabras de Jesús adquieren un significado aún más fuerte, el significado de una posible esperanza de reconciliación y de paz, el significado de un posible respeto de toda vida humana, el significado de una nueva alianza."

Al final de la celebración, el Hermano Sinisa expresó su sincero agradecimiento al Custodio de Tierra Santa, recordándole en la oración comunitaria. A continuación, obsequió al Custodio y al Vicario con una litografía que representa los olivos de Getsemaní.
Lucia Borgato
