Conclusión del mes de María por las calles de Jerusalén 2008 | Custodia Terrae Sanctae

Conclusión del mes de María por las calles de Jerusalén 2008

31 Mayo 2008

Con la fiesta de la Visitación, el mes de mayo, consagrado a la Virgen María, se acaba.

El mes de María, bajo la supervisión de fra Ibrahim Faltas ofm, párroco de San Salvador, ha reunido todas las tardes en la parroquia a un grupo considerable de hombres, mujeres y jóvenes, desde los más pequeños hasta los adolescentes. Entre éstos se contaban cristianos de otras confesiones cuyas tradiciones celebran el culto a la Madre de Dios de manera distinta. En este día de la Visitación la iglesia se ha quedado pequeña para contener a la multitud que se ha congregado, más numerosa de lo normal, una vez que ha terminado la última misa del mes de mayo y se ha seguido en procesión por las calles del barrio cristiano de la ciudad vieja.

Una delegación de la República de San Marino se ha unido a la multitud de fieles. Uniéndose a la oración de la comunidad local, testimoniaba su solidaridad y su unión con los cristianos de Tierra Santa. Una unión que esta delegación ha doblemente sellado, ofreciendo al Santuario de Nazaret un bajorrelieve en bronce de la Virgen con el Niño, y aquí en Jerusalén su reproducción sobre tabla.

Su Excelencia, Mons. Fouad Twal, acompañado del Padre Custodio, fra Pierbattista Pizzaballa, ha presidido la procesión que comenzó en el interior del convento franciscano de San Salvador. Desde San Salvador los fieles han precedido al icono de la Virgen portado por el Patriarca, mientras el baldaquino lo portaban las hijas de María, ayudadas aquí y allá por los scouts. La primera etapa ha tenido lugar en el patio de la escuela de los Frères de San Juan Bautista de la Salle, desde donde la comitiva se ha dirigido a la iglesia del Patriarcado Latino para volver luego al patio de San Salvador. Después de un último Magnificat, Mons. Twal ha bendecido a la multitud de fieles.

Después de esta bendición la gente se ha repartido las flores del altar de la Virgen deseándose una buena fiesta. Seguramente los peregrinos occidentales presentes a lo largo del recorrido de la procesión habrán encontrado esta demostración de alegría mariana algo “folclórica”. Aquí es natural. En todo el Oriente, la Virgen María ocupa un puesto preponderante.

La Madre de Dios es también madre de cada cristiano y el vínculo que une a los creyentes con María es de confianza total. Se la venera, se la ama como a la propia madre. Ella anima, consuela y acompaña en todos los momentos de la vida de las familias. Una verdadera lección de fe.

MAB