En Betfagé, este sábado 23 de marzo, los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa han terminado sus peregrinaciones cuaresmales a los santuarios de Jerusalén ligados a la Pasión de Cristo, realizadas normalmente los miércoles de Cuaresma.
Esta última peregrinación se ha llevado a cabo, sin embargo, el sábado anterior al Domingo de Ramos con el fin de celebrar aquí la eucaristía. Así, mañana, la misa solemne de Ramos se celebrará por la mañana en el Santo Sepulcro mientras que, por la tarde, del santuario de Betfagé partirá la larga procesión a pie que conducirá a los peregrinos hasta las puertas de la Ciudad Santa.
La misa concelebrada ha estado presidida por fray Artemio Vítores, vicario custodial, junto con fray Frantiszek Wiater, guardián del santuario, fray Marcelo Cichinelli, ceremoniero de la Custodia, y una veintena de sacerdotes; entre los presentes estaban los religiosos del seminario y los fieles que se han querido unir a ellos. Las lecturas y la homilía de fray Artemio han invitado a la asamblea a meditar sobre cómo Jesús vivió su realeza. Él, el rey «sin trono, sin corona, sin armiño», eligió rebajarse y ser humilde. «¿Qué le queda de los atributos de la realeza?», ha preguntado fray Artemio; «el servicio y el amor». «El servicio porque ha dado su vida por nosotros, identificándose con los más pobres, con los más pequeños. El amor, la única fuerza de Dios».
Cuando llega montado sobre un asno, los habitantes de Jerusalén no reconocen la realeza de Jesús. «No basta –ha proseguido fray Artemio- tomar los ramos y cantar "Hosanna, oh hijo de David". Es necesario, como recordaba Pablo "tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús" (Flp 2,5)». Vivir como cristianos es servir y amar a los propios hermanos. El amor se manifiesta en la acogida, en el acompañamiento, en la apertura del corazón, en la dignidad dada a cada hombre. Vivir como cristianos se manifiesta en el perdón y en la misericordia. Debemos seguir el ejemplo de Cristo que "pasó haciendo el bien" (Hch 10,38)».
Es un ejemplo que san Francisco dejó a sus discípulos, un ejemplo que el Papa Francisco renueva para la Iglesia.
Este mismo día, hasta que comience la misa en el santuario de Betfagé, una comunidad cristiana ha inaugurado ya la procesión de las Palmas: la de los trabajadores inmigrantes indios residentes en Israel. Aprovechando el sábado, su día de descanso semanal, se han concentrado varios centenares, por invitación de fray Jay, su capellán, para ir a pie hasta la ciudad.
Mañana en Jerusalén comenzará la Gran Semana, la Semana Santa. En comunión con la Iglesia universal, la Custodia de Tierra Santa sigue su camino hacia la Pascua, poniendo sus pasos en los pasos de Cristo, en sentido estricto y figurado.
Esta última peregrinación se ha llevado a cabo, sin embargo, el sábado anterior al Domingo de Ramos con el fin de celebrar aquí la eucaristía. Así, mañana, la misa solemne de Ramos se celebrará por la mañana en el Santo Sepulcro mientras que, por la tarde, del santuario de Betfagé partirá la larga procesión a pie que conducirá a los peregrinos hasta las puertas de la Ciudad Santa.
La misa concelebrada ha estado presidida por fray Artemio Vítores, vicario custodial, junto con fray Frantiszek Wiater, guardián del santuario, fray Marcelo Cichinelli, ceremoniero de la Custodia, y una veintena de sacerdotes; entre los presentes estaban los religiosos del seminario y los fieles que se han querido unir a ellos. Las lecturas y la homilía de fray Artemio han invitado a la asamblea a meditar sobre cómo Jesús vivió su realeza. Él, el rey «sin trono, sin corona, sin armiño», eligió rebajarse y ser humilde. «¿Qué le queda de los atributos de la realeza?», ha preguntado fray Artemio; «el servicio y el amor». «El servicio porque ha dado su vida por nosotros, identificándose con los más pobres, con los más pequeños. El amor, la única fuerza de Dios».
Cuando llega montado sobre un asno, los habitantes de Jerusalén no reconocen la realeza de Jesús. «No basta –ha proseguido fray Artemio- tomar los ramos y cantar "Hosanna, oh hijo de David". Es necesario, como recordaba Pablo "tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús" (Flp 2,5)». Vivir como cristianos es servir y amar a los propios hermanos. El amor se manifiesta en la acogida, en el acompañamiento, en la apertura del corazón, en la dignidad dada a cada hombre. Vivir como cristianos se manifiesta en el perdón y en la misericordia. Debemos seguir el ejemplo de Cristo que "pasó haciendo el bien" (Hch 10,38)».
Es un ejemplo que san Francisco dejó a sus discípulos, un ejemplo que el Papa Francisco renueva para la Iglesia.
Este mismo día, hasta que comience la misa en el santuario de Betfagé, una comunidad cristiana ha inaugurado ya la procesión de las Palmas: la de los trabajadores inmigrantes indios residentes en Israel. Aprovechando el sábado, su día de descanso semanal, se han concentrado varios centenares, por invitación de fray Jay, su capellán, para ir a pie hasta la ciudad.
Mañana en Jerusalén comenzará la Gran Semana, la Semana Santa. En comunión con la Iglesia universal, la Custodia de Tierra Santa sigue su camino hacia la Pascua, poniendo sus pasos en los pasos de Cristo, en sentido estricto y figurado.