Con la Ascensión de Jesús comienza nuestra misión como testigos | Custodia Terrae Sanctae

Con la Ascensión de Jesús comienza nuestra misión como testigos

Como cada año, cuarenta días después de la Pascua los frailes de la Custodia de Tierra Santa celebraron la solemnidad de la Ascensión de Jesús al cielo, en el Monte de los Olivos. El episodio está tomado de los Hechos de los Apóstoles (1, 1-12), donde se narra que el Señor, después de anunciarles la venida del Espíritu Santo, es decir, Pentecostés, “fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista”.

Las celebraciones comenzaron el miércoles 17 de mayo con el rezo de las primeras vísperas. Siguió la procesión alrededor del pequeño santuario de época cruzada que contiene la roca donde se reconoce la huella del pie derecho de Jesús, las completas y, por último, el oficio de la vigilia nocturna. Hasta la mañana siguiente se alternaron santas misas a las que asistieron pequeños grupos de peregrinos y cristianos locales. La mañana del jueves 18 de mayo tuvo lugar la misa solemne: tanto la liturgia de la vigilia como la de la eucaristía fueron presididas por el vicario de la Custodia de Tierra Santa, fray Ibrahim Faltas.

Celebraciones de la vigilia

«La vigilia de la Ascensión es para todos nosotros un momento de gran júbilo y alegría que debemos sentir con mucha intensidad en lo más íntimo de nuestros corazones, porque debemos ver realizada en Jesús su gloria y nuestra gloria». Con estas palabras, fray Ibrahim inauguró su comentario a la Palabra, con motivo de la celebración de la vigilia. El predicador se dirigió a los numerosos fieles presentes, exhortándolos a recibir el gran mensaje de la Ascensión que es capaz de dar a todos «un gran impulso, un fuerte deseo de vida eterna». Cristo, subiendo al Padre, nos invita a seguir su ejemplo sintiéndonos parte del cielo, creyendo que nuestra verdadera patria es el paraíso. «Jesús sube al cielo, pero permanece con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Vuelve al Padre no diciéndonos “arréglatelas”, sino “confío en ti”». Mientras esperamos entrar a formar parte de la vida celestial, «debemos mantener los pies en esta tierra para construir el Reino aquí y ahora», concluyó el padre Ibrahim.

Misa solemne de la Ascensión

La mañana del jueves, fray Faltas junto con muchos otros concelebrantes, presidió la misa solemne que empezó con el canto que recoge las palabras de la Escritura: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?” (Hch 1,11).
En su homilía, el padre Ibrahim recordó a la asamblea que la fiesta de la Ascensión abre un rayo de esperanza sobre el futuro de toda la creación: «De hecho, Él es el primero que inaugura el cielo entrando con todo su cuerpo, su carne y su vida. La Ascensión es el misterio de la Pascua visto desde su cumplimiento».

Volviendo al pasaje de los Hechos que relata el episodio de la Ascensión, el predicador insistió en la misión que Jesús encomendó a sus apóstoles antes de dejarlos; una misión ligada al testimonio y la predicación “en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los confines de la tierra”. Por tanto, somos llamados a ser sus testigos y a ser sus discípulos: «No durante un tiempo, sino para siempre. Somos discípulos porque él nos ha amado y elegido, y nos envía por todo el mundo para llevar los frutos del amor y de la paz. Si no lo comunicamos, el amor se acaba, si no trabajamos por la paz, crece la hierba de la violencia y del mal», añadió.

Para seguir a Cristo, que asciende, debemos seguir el camino del cielo que es el de aquellos que, a pesar de sus pecados, escogen el poder del amor a todos, sobre todo a los pobres y débiles. Y al hacerlo, concluyó el padre Ibrahim, también nosotros debemos ser testigos «sin miedo, porque el Señor está con nosotros».

 

Filippo De Grazia