¿Cómo rezar en el Santo Sepulcro a pesar de la gran afluencia de peregrinos y turistas? | Custodia Terrae Sanctae

¿Cómo rezar en el Santo Sepulcro a pesar de la gran afluencia de peregrinos y turistas?

Las calles de la Ciudad vieja, este segundo sábado de Cuaresma, están llenas de turistas y peregrinos. La procesión de los franciscanos, en busca del patriarca –representado hoy por Mons. Kamal Bathish- intenta abrirse paso gracias a los kawas que golpean con sus bastones en el empedrado. La multitud, bien o mal, se retira. La policía israelí, en previsión, ha instalado barreras por las calles para canalizar a esta muchedumbre, muy feliz de asistir a este «número».

«La Cuaresma es un tiempo especial, no solo de ayuno sino también de oración. Nosotros lo recalcamos aquí, en el Santo Sepulcro- explica el guardián, fray Fergus Clarke-, con una especial solemnidad. Tras el ingreso en la basílica, la solemnidad prosigue con la procesión que hace revivir la Pasión de Jesús. Nosotros franciscanos, custodios de los Lugares, acogemos al patriarca en cuanto que obispo de Jerusalén y le rodeamos de signos especiales de respeto cuando entra aquí».
En la basílica se habla en todas las lenguas, pero durante el paso de la procesión todos guardan silencio para dejar lugar a la oración de los frailes.

«Esta procesión la realizamos todos los días –explica fray Artemio Vítores, vicario custodial-. En cuanto a los ingresos solemnes, hacemos varios al año para acoger al custodio o al patriarca; por ejemplo, para la celebración del Corpus Christi o de la Santa Cruz, e incluso en Cuaresma. Al principio, estos ingresos solemnes consistían en la acogida solemne de los peregrinos al canto del Te Deum, antes de acompañar a los frailes durante la procesión. Durante la Cuaresma, la procesión es solemne y la mayor parte de los 80 frailes de San Salvador están presentes. Los frailes van a por el patriarca, como peregrinos del tiempo cuaresmal, y uno de ellos se queda a su lado durante toda la procesión».

Fray Artemio sigue explicando: «Los tres momentos más fuertes de la procesión son: en el calvario, el canto del Vexilla Regis, el himno fundamental de la crucifixión; ante la tumba, el gran órgano anuncia que hemos pasado a otro nivel, el de la gloria de la resurrección; finalmente, en la capilla de la Aparición, el canto dedicado a María: «No temas, el que has visto muerto ha resucitado». Cierto, en Cuaresma no cantamos el aleluya, pero no por ello dejamos de proclamar la resurrección de Cristo».

Especialmente bella cuando es solemne, la procesión cotidiana de los frailes en el Santo Sepulcro es el modo más seguro, cuando se participa en ella, de poder rezar en el Santo Sepulcro a pesar de la numerosa afluencia de turistas y peregrinos.