Toda la familia franciscana y, en particular, la comunidad de la Custodia de Tierra Santa ha celebrado una auténtica fiesta con motivo de la santa misa por el aniversario de vida religiosa de 16 frailes que han cumplido entre los 25 y los 80 años de consagración. Rodeados por el afecto de sus hermanos y muchos amigos, los frailes han sido homenajeados este domingo 2 de octubre en la iglesia parroquial de San Salvador con una hermosa y sugerente celebración presidida por el padre Frederic Manns, profesor ordinario de Exégesis neotestamentaria y Judaísmo en el Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén. Junto a él, como concelebrante, han estado fray Artemio Vítores, Vicario custodial, y otros sacerdotes que han querido participar en esta grata ocasión. Al finalizar la santa misa, los asistentes han podido felicitar a los frailes homenajeados en la sala del Diván del convento de San Salvador.
La homilía pronunciada por el padre Manns ha sido realmente evocativa e intensa. Partiendo de una de las más bellas alegorías bíblicas propuestas por la liturgia, el canto de amor por la viña que, exaltando el amor del esposo hacia la esposa como parra fecunda (Is 5,1-7), llega a la celebración de la obra de Dios en la historia de cada uno de nosotros, sobre todo de quien ha vivido tantos años de vida religiosa y puede releer su propio camino como una profunda y apasionada «historia de amor» con Dios. En la imagen que ofrece Isaías, Dios se muestra como un amante movido por la pasión y un deseo ardiente hacia Israel, su esposa predilecta, con quien instaurará una alianza profunda. En esta extraordinaria relación, Dios lo da todo de sí mismo pero, sin embargo, exige la aceptación y observancia de su voluntad. Israel es el símbolo de toda la humanidad y, a pesar de sus debilidades e infidelidades, está llamado a experimentar plena y directamente la relación con Dios y a vivir en su propia historia el proyecto divino de amor y salvación. Por tanto, Dios ama a toda la humanidad, a todos los pueblos y les llama a la justicia universal. Esta es una búsqueda que todos estamos llamados a realizar y que, en nuestra vida terrenal, no termina nunca.
A través de una emocionante disección histórica, el padre Manns ha ilustrado, con gran profundidad, los contextos culturales en los que los frailes homenajeados emitieron su profesión religiosa: el año 1931, cuando el Papa Pío XI publicó la Encíclica Quadragesimo Anno, una de las más bellas encíclicas sociales, Charlie Chaplin presentó en Londres su película Luces de la ciudad y los Estados Unidos edificaron el Empire State Building, el rascacielos más alto del mundo en aquel entonces; el año 1951, cuando el Papa Pío XII acababa de proclamar el dogma de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, el joven Joseph Ratzinger era ordenado sacerdote, la guerra de Corea agitaba toda Asia, el rey de Jordania -‘Abd Allah I- era asesinado por un fanático y el Líbano abría su primera universidad; el año 1961, cuando el Papa Juan XXIII firmaba la constitución apostólica Humanae Salutis (25 de diciembre), con la que convocaba oficialmente el Concilio Vaticano II, el mayor Yuri Gagarin completaba el primer vuelo por el espacio, en Berlín se construía el muro de separación entre el Este y el Oeste, el funcionario nazi Adolf Eichmann era condenado a muerte en Jerusalén y nacía Amnistía Internacional para defender los derechos humanos; el año 1986, cuando el Papa Juan Pablo II organizaba el primer encuentro de diálogo interreligioso en Asís, la explosión de Chernobyl impresionaba al mundo, el primer trasplante de corazón abría nuevos escenarios de esperanza y el desarrollo de la electrónica y la bioética inauguraban una nueva época.
Entre estos importantes eventos, que han contribuido a cambiar la faz reciente de la humanidad, destacan el Concilio Vaticano II y el encuentro de diálogo interreligioso de Asís. El Concilio, llamando con fuerza a la Iglesia a sus raíces evangélicas, suscitó un renovado fervor espiritual del que nacieron nuevas familias religiosas, pero inauguró también la etapa y el protagonismo de los laicos que, con sus ministros, son el pueblo de Dios en camino. La reunión de Asís dio un nuevo impulso al camino del diálogo y nos recuerda que todos, en el respeto a la diversidad de las distintas religiones, estamos llamados a trabajar por la paz y a empeñarnos activamente en la promoción de la reconciliación entre los pueblos. En un mundo herido por innumerables conflictos, el auténtico espíritu de Asís se opone decididamente al abuso de la religión como pretexto para el uso de la violencia. Es una vocación y un desafío para todos aquellos que viven en un contexto multirreligioso y complejo como el de Jerusalén. Y precisamente sobre este aspecto, tan afín al espíritu franciscano, el padre Manns ha alabado la obra emprendida por fray Armando Pierucci, compositor y director del Instituto Magníficat, la escuela de música de la Custodia de Tierra Santa con sede en Jerusalén, por el inteligente y eficaz diálogo perseguido a través de la música. En un contexto tan violento como el de Oriente Medio, la música realmente cura las heridas y es un lenguaje capaz de unir a todos los hijos de Abraham.
Felicidades, por tanto, de corazón a estos frailes homenajeados que hoy son la alegría de toda la comunidad y que son testigos especiales de la pasión, fidelidad, sacrificio, responsabilidad, compañeros de un camino que se traduce en la misión como vida y en la vida como misión. Una felicitación particular para el portavoz de estos frailes en esta jornada de fiesta, el padre Frederic Manns, que celebra también su cumpleaños el día 3 de octubre, un día tan significativo para la familia franciscana pues esta fecha conmemora solemnemente el Tránsito de san Francisco de Asís.
Texto de Caterina Foppa Pedretti
Fotos de Marco Gavasso
Frailes que celebran su aniversario:
25 años
Fray Anthony SEJDA
Fray Sebastiano LAIRD H.
Fray Amjad SABBARA
Fray Mamdouh CHEHAB B.
Fray Sami FHAMI
Fray Narciso KLIMAS
50 años
Fray Luis GARCÍA
Fray Teodoro LÓPEZ
Fray Callistus WELCH
Fray Frédéric MANNS
Fray Geraldo VAN BULL
60 años
Fray Anthony PELOQUIN
Fray Xavier GEISER
Fray Jeremy HARRINGTON
Fray Armando PIERUCCI
80 años
Fray Basilio TALATINIAN
La homilía pronunciada por el padre Manns ha sido realmente evocativa e intensa. Partiendo de una de las más bellas alegorías bíblicas propuestas por la liturgia, el canto de amor por la viña que, exaltando el amor del esposo hacia la esposa como parra fecunda (Is 5,1-7), llega a la celebración de la obra de Dios en la historia de cada uno de nosotros, sobre todo de quien ha vivido tantos años de vida religiosa y puede releer su propio camino como una profunda y apasionada «historia de amor» con Dios. En la imagen que ofrece Isaías, Dios se muestra como un amante movido por la pasión y un deseo ardiente hacia Israel, su esposa predilecta, con quien instaurará una alianza profunda. En esta extraordinaria relación, Dios lo da todo de sí mismo pero, sin embargo, exige la aceptación y observancia de su voluntad. Israel es el símbolo de toda la humanidad y, a pesar de sus debilidades e infidelidades, está llamado a experimentar plena y directamente la relación con Dios y a vivir en su propia historia el proyecto divino de amor y salvación. Por tanto, Dios ama a toda la humanidad, a todos los pueblos y les llama a la justicia universal. Esta es una búsqueda que todos estamos llamados a realizar y que, en nuestra vida terrenal, no termina nunca.
A través de una emocionante disección histórica, el padre Manns ha ilustrado, con gran profundidad, los contextos culturales en los que los frailes homenajeados emitieron su profesión religiosa: el año 1931, cuando el Papa Pío XI publicó la Encíclica Quadragesimo Anno, una de las más bellas encíclicas sociales, Charlie Chaplin presentó en Londres su película Luces de la ciudad y los Estados Unidos edificaron el Empire State Building, el rascacielos más alto del mundo en aquel entonces; el año 1951, cuando el Papa Pío XII acababa de proclamar el dogma de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, el joven Joseph Ratzinger era ordenado sacerdote, la guerra de Corea agitaba toda Asia, el rey de Jordania -‘Abd Allah I- era asesinado por un fanático y el Líbano abría su primera universidad; el año 1961, cuando el Papa Juan XXIII firmaba la constitución apostólica Humanae Salutis (25 de diciembre), con la que convocaba oficialmente el Concilio Vaticano II, el mayor Yuri Gagarin completaba el primer vuelo por el espacio, en Berlín se construía el muro de separación entre el Este y el Oeste, el funcionario nazi Adolf Eichmann era condenado a muerte en Jerusalén y nacía Amnistía Internacional para defender los derechos humanos; el año 1986, cuando el Papa Juan Pablo II organizaba el primer encuentro de diálogo interreligioso en Asís, la explosión de Chernobyl impresionaba al mundo, el primer trasplante de corazón abría nuevos escenarios de esperanza y el desarrollo de la electrónica y la bioética inauguraban una nueva época.
Entre estos importantes eventos, que han contribuido a cambiar la faz reciente de la humanidad, destacan el Concilio Vaticano II y el encuentro de diálogo interreligioso de Asís. El Concilio, llamando con fuerza a la Iglesia a sus raíces evangélicas, suscitó un renovado fervor espiritual del que nacieron nuevas familias religiosas, pero inauguró también la etapa y el protagonismo de los laicos que, con sus ministros, son el pueblo de Dios en camino. La reunión de Asís dio un nuevo impulso al camino del diálogo y nos recuerda que todos, en el respeto a la diversidad de las distintas religiones, estamos llamados a trabajar por la paz y a empeñarnos activamente en la promoción de la reconciliación entre los pueblos. En un mundo herido por innumerables conflictos, el auténtico espíritu de Asís se opone decididamente al abuso de la religión como pretexto para el uso de la violencia. Es una vocación y un desafío para todos aquellos que viven en un contexto multirreligioso y complejo como el de Jerusalén. Y precisamente sobre este aspecto, tan afín al espíritu franciscano, el padre Manns ha alabado la obra emprendida por fray Armando Pierucci, compositor y director del Instituto Magníficat, la escuela de música de la Custodia de Tierra Santa con sede en Jerusalén, por el inteligente y eficaz diálogo perseguido a través de la música. En un contexto tan violento como el de Oriente Medio, la música realmente cura las heridas y es un lenguaje capaz de unir a todos los hijos de Abraham.
Felicidades, por tanto, de corazón a estos frailes homenajeados que hoy son la alegría de toda la comunidad y que son testigos especiales de la pasión, fidelidad, sacrificio, responsabilidad, compañeros de un camino que se traduce en la misión como vida y en la vida como misión. Una felicitación particular para el portavoz de estos frailes en esta jornada de fiesta, el padre Frederic Manns, que celebra también su cumpleaños el día 3 de octubre, un día tan significativo para la familia franciscana pues esta fecha conmemora solemnemente el Tránsito de san Francisco de Asís.
Texto de Caterina Foppa Pedretti
Fotos de Marco Gavasso
Frailes que celebran su aniversario:
25 años
Fray Anthony SEJDA
Fray Sebastiano LAIRD H.
Fray Amjad SABBARA
Fray Mamdouh CHEHAB B.
Fray Sami FHAMI
Fray Narciso KLIMAS
50 años
Fray Luis GARCÍA
Fray Teodoro LÓPEZ
Fray Callistus WELCH
Fray Frédéric MANNS
Fray Geraldo VAN BULL
60 años
Fray Anthony PELOQUIN
Fray Xavier GEISER
Fray Jeremy HARRINGTON
Fray Armando PIERUCCI
80 años
Fray Basilio TALATINIAN