Celebración de Santa Isabel de Hungría

Como cada 17 de noviembre de 2025, se celebró una solemne ceremonia en memoria de Santa Isabel de Hungría, patrona de la Orden Franciscana Seglar. La misa fue presidida por Fray Francesco Ielpo, Custodio de Tierra Santa. Por primera vez, debido a la gran afluencia de los últimos años, la Eucaristía se celebró en la iglesia de San Salvador.

La Casa María Bambina, dirigida por las Hermanas Franciscanas Hijas de Santa Isabel, es un punto de referencia para peregrinos, voluntarios y fieles. Situada en la Ciudad Vieja, a poca distancia del Santo Sepulcro, ofrece hospitalidad gracias a sus amplios espacios, como cocinas y dormitorios. Las hermanas franciscanas de Santa Isabel, que conforman la comunidad, tienen un papel esencial en la acogida, procedentes de diferentes países (Bolivia, India, Filipinas, Indonesia, Vietnam), creando así un entorno internacional y fraterno.

Una liturgia de servicio y compasión

En su homilía, Fray Ielpo centró su reflexión en los rasgos esenciales de Santa Isabel, relacionándolos con la vida cotidiana de las hermanas y de la comunidad de la Custodia. Recordó su sabiduría y gracia: una mujer que, siendo reina, madre y esposa, eligió vivir como discípula de Cristo pobre. A pesar de la pérdida de bienes y posiciones, transformó cada prueba en una ofrenda de amor, expresando con su vida el mensaje paulino: “La verdadera riqueza no consiste en acumular sino en servir, no en dominar sino en cuidar, no en retener sino en dar.”

Fray Ielpo subrayó la presencia de Cristo en los pobres, citando las palabras del Evangelio sobre el juicio final (“Tuve hambre y me diste de comer... estaba desnudo y me vestiste”) como clave de interpretación de la vida de la santa. Según la tradición, cuando Isabel llevaba pan a los pobres, los siervos intentaron detenerla, pero el pan en su delantal se transformó en rosas, milagro que demuestra no solo su santidad sino también los “ojos del corazón” capaces de reconocer a Jesús en los rostros de los necesitados.

La homilía rindió homenaje a las hermanas de la Casa María Bambina, calificando su misión como el “Evangelio silencioso.” Fray Ielpo expresó agradecimiento hacia los fundadores del instituto, la Madre Francesca Casci y el Padre Giuseppe Marchi, cuya entrega inculcó una espiritualidad de servicio sin reivindicación, basada en el amor gratuito. Incluso en tiempos difíciles, “sembraron sin pedir recoger.”

Por último, el Custodio habló de la alegría del servicio: una alegría profunda, típicamente franciscana, que nace del reconocimiento de la presencia de Dios en los pobres y del don sincero de uno mismo. Su mensaje fue una invitación a vivir la santidad no como un ideal lejano sino como servicio concreto.

Un momento de gratitud y esperanza

Al término de la misa, Fray Ielpo expresó su sincero agradecimiento: a Santa Isabel, a las hermanas de la Casa María Bambina, a los fundadores y a todos los que mantienen viva la misión franciscana en Tierra Santa. Invitó a reconocer en los pobres no solo sus necesidades sino el rostro de Cristo, animando a servir con sencillez y perseverancia, porque servir es encontrarse con Dios.

En un contexto marcado por tensiones y desafíos, la celebración fue un signo visible de esperanza: una comunidad que decide arraigar su vida en la caridad, la compasión y la entrega, valores encarnados por Santa Isabel de Hungría y vividos cada día por las Hermanas de Santa Isabel.

Francesco Guaraldi

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