Celebracion de nuestra señora de guadalupe | Custodia Terrae Sanctae

Celebracion de nuestra señora de guadalupe

Miércoles 12 de Diciembre

Devotos de Nuestra Señora de Guadalupe: latinoamericanos, españoles, filipinos, norteamericanos y de otras varias naciones nos encontramos en la iglesia de San Salvador de Jerusalén.

Es una bella tradición que viene de hace bastantes años. En torno al altar, celebrábamos la festividad de nuestra Patrona. La Misa estuvo presidida por S.E. Reverendísima Mons.Fuad Twal, Arzobispo Coadjutor del Patriarca latino de Jerusalén.

Con numerosa asistencia de fieles, más de 30 sacerdotes, entre ellos, el Vicario Custodial, fray Artemio Vítores, concelebraron la Eucaristía. Después de la Misa no podía faltar el compartir el piscolabis, los cantos y representaciones de tono festivo, como lo fue la parte religiosa; todo ello estuvo animado por los estudiantes del Seminario de San Salvador, entre los que es importante la presencia de latinoamericanos.

Fray Nicolás Márquez, como buen mexicano, nos recordó, en su homilía, el sentido profundo de la aparición de “la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive” a un pobre indio, “buen cristiano y temeroso de Dios”, Juan Diego. Corría el año 1531; solamente 10 años habían pasado de la definitiva conquista de México por obra de Hernán Cortés, cuando la Virgen se apareció pidiendo la edificación de un Santuario.

El Obispo, fray Juan de Zumárraga, escéptico, pidió al pobre indio una señal, un signo: que reuniera y le trajera un ramillete de rosas. Sería un signo profético de reunificación entre los indios y la población española bajo la autoridad de un solo pastor, en un momento histórico en el que las tensiones eran aún fuertes.

El pobre Juan Diego obedeció sin dilación, aun sabiendo que, en diciembre, en el cerro del Tepeyac no crecían más que espinas.
Pero la Virgen ANDO BEN OLTRA el signo pedido y dejó impresa su propia imagen, que quedó a la vista de todos los presentes, en la tilma del indio cuando lo abrió para dejar caer las rosas, puntualmente, recogidas.

Era la imagen de una señora mestiza, símbolo de la unidad entre los dos pueblos que habitaban en ese país.
Intervenga también la “Morenita”, la Señora de piel oliva, como le llaman afectuosamente sus devotos, por la reunificación de los ánimos de los dos pueblos que habitan esta Tierra que fue santificada por su presencia y que, en este día, ha querido honrarla recordando la impresión milagrosa de su imagen en la tilma de San Juan Diego.

AC