Campamentos de verano en las parroquias franciscanas de Tierra Santa | Custodia Terrae Sanctae

Campamentos de verano en las parroquias franciscanas de Tierra Santa

A los jóvenes de Beit Hanina, como de otras parroquias confiadas a los franciscanos, en el verano se les reserva un amplio espacio y son numerosos los campamentos que los frailes organizan. Hemos hablado con fray Haizam que, cinco veces a la semanas, se reúne con 280 chicos en el centro parroquial de Beit Hanina.

Son las 8.30 y los chicos llegan mientras suena el himno de los mundiales de fútbol. Visten la camiseta azul que les ha regalado el centro parroquial de Beit Hanina, en la que figura una cruz con el lema de la peregrinación del papa Francisco a Tierra Santa: «Que todos sean uno». Las jornadas empiezan todas del mismo modo: la señal de la cruz, un padrenuestro, un avemaría y el himno del campamento, que los chicos cantan a voz en grito, con los brazos alzados hacia el cielo. Este año los participantes del campamento de verano organizado por esta sucursal de la parroquia de Jerusalén y dirigido por fray Haizam son más de 280. Le ayuda un equipo de cuarenta voluntarios y un supervisor, Támir Nasrala, licenciado hace poco tiempo por la Universidad de Belén. Todos son originarios de Beit Hanina, un importante centro cristiano en el norte de Jerusalén.

Támir vive con su familia en uno de los 42 apartamentos construidos por la Custodia y lleva preparando este campamento desde el mes de febrero. Ha tenido que seleccionar y formar a los voluntarios y jefes de grupo. «Hemos dado formación al equipo de gestión tenemos también elementos de primeros auxilios», afirma el joven al que todo el mundo solicita continuamente. Formar a los grupos, definir los objetivos de las doce actividades propuestas a los chavales, pero también reuniones cotidianas y valoración, nada se escapa a su mirada vigilante. Támir es una ayuda preciosa para el padre Haizam, que nos dice: «A causa de los incidentes de los días pasados (enfrentamientos violentos entre palestinos e israelíes en Shu’afat y Beit Hanina), hemos tenido que revisar nuestros desplazamientos y proyectos, pero por fortuna el centro no ha sido cerrado; de hecho, estos chicos necesitan cambiar de aires».

«El año pasado tuvimos 160 chicos, este año son más de 280 desde los 3 a los 14 años. Es una gran responsabilidad y eso requiere una mayor preparación e inversión. Por fortuna, hay también adultos», subraya, agradecido, fray Haizam. Entre estos hemos vista a Hani. Profesor y responsable del coro en el Instituto Magníficat de la Custodia, ofrece su tiempo libre a la parroquia durante este mes de julio. Cursos de canto, animación de las ceremonias semanales o simple confidente, le gusta ver su centro parroquial tan animado. «Nosotros, los jóvenes cristianos, transcurrimos mucho tiempo en el centro. Hemos crecido aquí y la juventud cristiana necesita de lugares en los que reunirse y encontrarse». Está también María, una adolescente de 17 años, que participa en los campamentos desde hace cinco años. «Este año estoy en el equipo de animación. Me gusta mucho bailar y formo parte de un grupo de dabqué (baile típico de Oriente Medio), así que he propuesto a los chicos que aprendan coreografías, que realizaremos durante el espectáculo que se celebra al finalizar el campamento», explica con una gran sonrisa.

Durante este año, inspirado en el tema de la familia, todos los lunes en su iglesia, fray Haizam celebra ante una multitud de niños. Con el micrófono en la mano, pasea por la nave de la iglesia preguntando a los chavales e invitándoles a reflexionar sobre el lugar que Jesús ocupa en su vida y en la de su familia. «Estos chicos se divierten, corren, bailan o pintan, pero deben comprender que esta alegría es un don de Dios», concluye fray Haizam mientras llega al campo de fútbol, donde los mayores le esperan.

E.R