Bendición de las palmas y lectura de la Pasión en el Santo Sepulcro – 2007 | Custodia Terrae Sanctae

Bendición de las palmas y lectura de la Pasión en el Santo Sepulcro – 2007

Domingo, 1º de abril. Mons. Michel Sabbah, Patriarca latino de Jerusalén, ha presidido la celebración de la bendición de las Palmas y la Misa, con la lectura de la Pasión, en el Santo Sepulcro. A pesar de la hora, las 7:00 de la mañana, la iglesia estaba llena. Hay que decir que, además, este año todas las confesiones cristianas celebran la Pascua en la misma fecha. El status quo resulta muy útil, regulando los horarios y los movimientos de la gente.

La celebración de los católicos latinos ha comenzado delante del Santo Sepulcro. Mons. Sabbah ha bendecido las palmas, que después ha entregado a cada uno de los cerca de 150 sacerdotes, seminaristas y franciscanos presentes, como también a algunos Caballeros del Santo Sepulcro. Este año, como era necesario dejar espacio a los griegos ortodoxos, la gente no ha podido recibir la palma de sus manos; pero toda la asamblea ha podido hacer la procesión con las tres vueltas en torno a la Tumba.

Durante la procesión, que alterna canto y silencio, cada uno agita su rama de palma. Es un ruido conmovedor, que se deja oir a pesar de los cantos de las otras confesiones y que también suben hacia el Señor.
La continuación de la celebración ha tenido lugar ante el altar dedicado a la aparición de María Magdalena, como todos los domingos de Cuaresma. La liturgia del domingo de Ramos propone a los cristianos la lectura de un evangelio de la Pasión. Este año los franciscanos, por tanto, han cantado el evangelio de san Lucas.
La celebración ha durado cerca de tres horas. Para los fieles esto significa estar tres horas de pie. Pero la alegría que se veía en sus caras, al final de la misa, traducía la intesidad de lo que acababan de vivir.

Algunos se han desorientado al escuchar el canto de las otras confesiones, o al oir a la muchedumbre de peregrinos que iba y venía por la Basílica. Otros la han vivido como una gracia especial, la de formar parte de una oración común y verdaderamente universal.
Por la tarde, toda la asamblea se reuniría, junto con otros miles de cristianos, para revivir la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, durante la procesión que va de Betfagé a la Basílica de Santa Ana.
Con todos los cristianos del mundo, la Iglesia de Jerusalén ha entrado en la Semana Santa.

MAB