Belén y el Status Quo en tiempos del Covid-19 | Custodia Terrae Sanctae

Belén y el Status Quo en tiempos del Covid-19

Es la primera vez que veo la basílica de la Natividad tan vacía: mi llegada fue simultánea al aumento de peregrinos, inmediatamente después de la última intifada, por eso no había visto nunca la basílica así”. Así lo cuenta fray Ananiasz Jaskólski, primer sacristán de la basílica de la Natividad y encargado adjunto del Status Quo en Belén, explicando lo que ocurre dentro de la basílica tras el cierre total durante 84 días desde el pasado mes de marzo.

La ausencia de peregrinos, producida después del crecimiento exponencial de los últimos años, no impide que el santuario continúe con su vida interior de la forma habitual, regida por el Status Quo.  “Personalmente me encuentro realizando de nuevo exactamente los mismos servicios que antes, precisamente gracias al Status Quo” comenta fray Ananiasz, “la única diferencia es que antes estábamos preparados para estar activos y a disposición de la gente que llegaba, y ahora debemos aprender a invertir de una nueva forma el tiempo que antes les dedicábamos. Para mí se ha convertido en un momento de oración y reflexión más profunda, sobre todo por los que están lejos y me piden oraciones, incluso a través de las redes sociales”.

El Status Quo es el conjunto de tradiciones históricas y condiciones, reglas y leyes, que establece las relaciones, las actividades y los movimientos que tienen lugar en las basílicas cuya propiedad es común a varias confesiones cristianas, latina, greco-ortodoxa y armenia, como resultado de conflictos y discusiones internas a lo largo de los siglos.

Un reglamento único al que acogerse, que ayuda a mediar entre distintos estilos de vida y diferencias culturales. “Sin estas reglas habría conflictividad, pero los santuarios no pueden ser lugar de conflicto – comenta fray Ananiasz – el Status Quo nos ayuda a tener bajo control y a ajustar los detalles”.

Las normas del Status Quo para la basílica de la Natividad de Belén están recogidas en varios manuales: uno breve diario; un segundo más grande, que recoge los detalles fundamentales, incluidas las indicaciones respecto a los puestos fijos durante las liturgias u otras reuniones, los horarios de acceso a la gruta, marca los objetos y los espacios asignados para la limpieza, los lugares en donde se pueden poner velas y otras indicaciones similares; y después un tercero, que contiene los reglamentos de las fiestas ordinarias. Además de estos, fijos, cada año se redacta un reglamento exclusivo para las celebraciones de Navidad. Estos libros no solo incluyen la normativa relacionada con los franciscanos y a sus celebraciones, sino que también describen las funciones asignadas a otras comunidades, de manera transversal, para que conozcan mutuamente los derechos y deberes de cada comunidad en cualquier situación.

“Para comprender realmente las dinámicas de las que somos protagonistas se necesita estudio y pasión – continúa fray Ananiasz – pero sobre todo amor por los lugares: si un fraile no logra enamorarse de estas dinámicas y de su significado profundo, el suyo será un servicio solo para él mismo.  Somos guardianes de este lugar: hace falta alguien que ame a Jesús, ame este lugar y ame a esta gente”.  Según el sacristán, se necesita mucho estudio y espíritu de observación para entrar en la perspectiva de la “Santa repetición”.

 

 

Giovanni Malaspina