Belén, una comunidad acogedora | Custodia Terrae Sanctae

Belén, una comunidad acogedora

Hablando con fray Ricardo Bustos, el nuevo guardián de la fraternidad franciscana presente en Belén, y fray Nirwán Náser al Ban, el nuevo párroco, dos cosas llaman la atención: su alegría y su coincidencia en calificar a la comunidad cristiana de Belén como «acogedora».

Un habitante de la ciudad hizo una broma un día: «Hemos acogido a la Sagrada Familia hace dos mil años, y desde entonces intentamos recuperarla». Parece que, escuchando a los nuevos franciscanos llegados a la parroquia, que el desafío se ha cumplido.

Fray Ricardo Bustos, tras nueve años como guardián de la basílica de la Anunciación de Nazaret, en Israel, sabía que el capítulo le iba a trasladar. A pesar de ello, el anuncio de su nombramiento en Belén fue una sorpresa. «No conocía la realidad local de Belén y su ambiente. Puedo decir que todo es nuevo para mí. Pero estoy impresionado por este clima de paz, de serenidad y de acogida por parte de los fieles. Hay un clima de simplicidad que introduce en el misterio de los pastores que acogieron el anuncio del Evangelio. Los pastores que fueron los primeros que se abrieron a la novedad de la Navidad».

«Venir de Nazaret a Belén para mí ha sido un salto. Sabiendo que tenía que dejar Nazaret, me preparé, como quien se prepara para emprender un nuevo camino. Cuando supe que venía aquí, me sentí como el asno que llevó a la Virgen María y a san José de Nazaret a Belén. No se trata solo de un traslado "jurídico", un cambio de nombramiento tras el capítulo, sino verdaderamente de un camino espiritual. Cuando el papa Francisco nos invitó a ponerse en camino, me sentí yo también llamado a hacerlo, dejando lo que conocía bien para ir a la novedad».

Hoy, la fraternidad de Belén cuenta con 17 frailes de 13 nacionalidades distintas. «La fraternidad de Belén es como la Custodia en miniatura, dice el padre guardián. En pequeño, están todas las obras, toda la misión de la Custodia. La diversidad de la fraternidad está al servicio de la acogida a las personas que vienen a Belén de todo el mundo. Esta dimensión de acogida es también una riqueza espiritual para la comunidad».

Cuando consigue liberarse de los fieles que, a la salida de la misa lo requieren por todas partes, fray Nirwán está contento de hablar de su nuevo ministerio.

«A mi llegada aquí, propuse al custodio y al patriarca, que coordina la pastoral en todas las parroquias de la diócesis, un plan de acción para descubrir la parroquia en seis meses. El plan, que fue aceptado, prevé que por las mañanas el equipo pastoral esté presente en los oficios, donde quien lo desee pueda venir a visitarnos y donde podamos escuchar lo que cada una quiera decirnos. Por la tarde, sin embargo, visitamos las familias en sus casas no solo para bendecirlos, sino escuchando peticiones, poniéndonos en escucha, preguntando a los fieles lo que esperan de nosotros. Personalmente, visito tres familias al día, lo mismo que fray Badía, y establecemos un diálogo para descubrir y caminar juntos. Este trabajo durará hasta finales del mes de mayo. Antes he sido vicario en Beit Hanina (en la periferia de Jerusalén) y descubro aquí una realidad totalmente distinta. La cuestión es la consecución de los permisos (NdT: para ir a Israel a causa de la barrera de seguridad), el desempleo, las dificultades generadas por la situación de clausura, especialmente en las familias, forman un ambiente y una realidad pastoral totalmente distintas. Al mismo tiempo, la población aquí y nuestros fieles son verdaderamente buenos, como lo son también los parroquianos de Jerusalén –precisa fray Nirwán-. Pero aquí hay un sentido de acogida distinto. La vida parroquial de Belén difunde un perfume de tradición. Los fieles son muy respetuosos con los sacerdotes, les saludan amablemente, les invitan a sus casas. La familia entera viene a saludar tras la misa. El vínculo que se crea entre la parroquia y pastor es muy fuerte y debo confesar que, para mí que vengo de un pequeño pueblo de Iraq, me transporta a mi país, donde vivimos la misma proximidad en el corazón de la comunidad cristiana. Estoy aquí desde hace dos meses y soy feliz».

Según fray Nirwán, la comunidad latina asciende a 5.255 fieles en 1.400 familias, por lo que la comunidad parroquial de Belén es bastante grande y también muy activa. En su actividad pastoral, el párroco está asistido por fray Badía de Galilea y fray Luai, de Jordania, que será ordenado diácono próximamente y cuya actividad se orienta principalmente a los jóvenes.

La Acción Católica y su centro de acogida y deportivo son un lugar neurálgico para las actividades parroquiales. Cada viernes, 420 chavales, de 6 a 10 años, se reúnen para aprender el Catecismo. Numerosos chicos siguen la preparación para la primera comunión, otros se preparan para la confirmación. Otro grupo reúne a los preadolescentes de 11 a 13 años, y otro a los jóvenes de 14 a 18 años. Además, también se asegura el acompañamiento a los estudiantes. La parroquia cuenta también con un grupo de la Tercera Orden franciscana y tres grupos de la Legión de María.