
En el pintoresco pueblo de Ain Karem, entre las colinas al oeste de Jerusalén, la Custodia de Tierra Santa celebró la solemnidad del Nacimiento de san Juan Bautista. El 24 de junio, en la gruta-santuario donde, según la tradición, nació el Precursor, se celebró una misa en forma muy reducida debido a las limitaciones actuales. La misa fue presidida por fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa.

La liturgia centró la atención en el misterio del nacimiento de Juan, quien prepararía el camino al Mesías. Su venida al mundo, narrada en el Evangelio de Lucas, está marcada por un acontecimiento extraordinario: el mutismo de su padre Zacarías se disuelve con el nacimiento del hijo, y sus primeras palabras son un himno de bendición.
Es precisamente este Cántico de Zacarías el que ofrece la clave de lectura de toda la vida del Bautista:
"Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para preparar sus caminos, para dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados" (Lc 1,76-77).
Fray Patton retomó estas palabras para subrayar que la misión del Bautista consiste en llevar al pueblo el "conocimiento de la salvación", es decir, una experiencia concreta y viva del perdón de Dios.
"Para el cántico de Zacarías – dijo – el conocimiento (es decir, la experiencia) de la salvación consiste en la remisión (es decir, el perdón) de los pecados, así como para un deudor insolvente la salvación consiste en la cancelación de su deuda".

El Custodio quiso profundizar en el concepto de pecado, recordando que tiene una doble dimensión: personal y colectiva.
"El pecado es un alejamiento libre y voluntario de lo que Dios nos propone como nuestro verdadero bien", explicó, destacando también la existencia de "estructuras de pecado" en las que estamos inmersos como sociedad y como humanidad.
Fray Patton citó a san Juan Pablo II, quien definió estas estructuras como "opciones de egoísmo y de visión corta", "cálculos políticos erróneos" y "decisiones económicas imprudentes", vinculadas a "la codicia del lucro y la sed de poder".

La figura de Juan Bautista – explicó fray Patton – no está sólo ligada a su tiempo, sino que continúa hablando hoy:
"Juan es capaz de interpretar el momento histórico en el que vivió y de ayudarnos a interpretar también el momento histórico que estamos viviendo."
Ante los numerosos conflictos e injusticias que afligen al mundo, el mensaje del Precursor es un llamado a la responsabilidad y a la conciencia: "necesitamos acoger una vez más la invitación a la conversión de juan bautista, que abre nuestros ojos e ilumina nuestras conciencias".
La homilía concluyó con una fuerte llamada a la conversión y a la reconciliación:
"Jesús, el único capaz de guiarnos por el camino de la paz, nos reconcilia con el padre y entre nosotros con su propia sangre, es decir, donando su vida y realizando un acto de amor infinito", afirmó fray Patton.
Finalmente, invitó a todos a bendecir a Dios por haber dado al mundo a Juan Bautista, un niño que eligió permanecer pequeño para dejar espacio al único Salvador. Y concluyó con una oración: "pidamos la gracia de poder experimentar personalmente y como humanidad entera el conocimiento de la salvación en la remisión de nuestros pecados y de poder finalmente caminar, como humanidad reconciliada, por el camino de la paz".
Francesco Guaraldi
