Arte y bienestar: Un proyecto de cultura y diálogo en la Escuela femenina de Tierra Santa, en Jerusalén | Custodia Terrae Sanctae

Arte y bienestar: Un proyecto de cultura y diálogo en la Escuela femenina de Tierra Santa, en Jerusalén

Colegio femenino de Tierra Santa, Jerusalén. 26 de septiembre de 2011

Durante la tarde del lunes, 26 de septiembre, en el patio del Colegio femenino de Tierra Santa, gestionado por las Hermanas de san José, resonaban voces festivas. A poca distancia de la Puerta de Jaffa, en el barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén, esta escuela de la Custodia franciscana de Tierra Santa prepara actualmente a 320 jóvenes estudiantes árabes en los ciclos de formación primaria y secundaria. Es una escuela acogedora y viva, un ambiente abierto y positivo compartido con alegría por jóvenes cristianas y musulmanas.

En este día se ha celebrado una jornada especial y numerosos amigos se han acercado hasta la escuela, además de las estudiantes y sus familias. Y es que por la tarde se ha celebrado la clausura de un proyecto educativo muy importante que ha beneficiado a un grupo de jóvenes alumnas por una duración de un año y medio. La directora de la escuela, la Sra. Frida Nasser, y las profesoras nos reciben con gran cordialidad. Están muy satisfechas por el trabajo desarrollado y los objetivos conseguidos. «El proyecto se ha podido llevar a cabo gracias al apoyo del Centro Social Wadi Jose, una institución implicada, sobre todo, en ayudar a las familias con dificultades económicas y con viviendas en condiciones precarias; y gracias también a la ayuda del Ayuntamiento de Jerusalén, que ha puesto a nuestra disposición profesionales y recursos materiales de sus Servicios Sociales y de su Departamento de Arte y Artesanía», nos dice la Sra. Frida con entusiasmo. La iniciativa, gracias al grupo “Fantasía de colores” y al proyecto “Arte abierto al bienestar”, ha beneficiado de forma particular a un grupo de 15 estudiantes adolescentes dotadas de una personalidad especialmente frágil y con escasa autoestima, ofreciéndoles la posibilidad de realizar, con el apoyo pedagógico de algunas animadoras, actividades expresivas, artísticas y lúdicas como el estudio de la música, la pintura, la recitación, el canto, el trabajo artesanal y la natación.
La dimensión artística ha estado dirigida principalmente por algunas expertas judías, entre ellas Judith y Michal, presentes también en esta jornada final. Con sus jóvenes alumnas han podido practicar también el hebreo y el inglés. La finalidad del proyecto consistía en promover el desarrollo de la autoestima en las jóvenes protagonistas y en su fortalecimiento, es decir, en el desarrollo de su confianza en sus propias capacidades personales y en sus competencias, que se traducen en una mejor salud psicológica y espiritual, en un crecimiento de sus capacidades relacionales y de confrontación con la realidad circundante y en una mayor conciencia y sentido de pertenencia a la institución escolar.

En esta jornada conclusiva, tras un breve refresco, las muchachas de la escuela han inaugurado la exposición de los trabajos artísticos y pictóricos, retirando con orgullo las telas de colores que cubrían los paneles. Son obras llenas de color, inspiradas en la belleza de la naturaleza. Posteriormente, todos se han reunido en el auditorio de la escuela para asistir a la exhibición de las jóvenes estudiantes: un fragmento musical interpretado con la flauta travesera, una canción a cargo de un coro de jóvenes voces, algunas danzas tradicionales y breves representaciones teatrales. Los distintos números se han ido alternando con breves intervalos musicales y una presentación de las distintas fases en las que se ha ido desarrollando el proyecto.

Una hermosa iniciativa que ha tenido como escenario de partida precisamente una escuela franciscana de la Tierra Santa, en el barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén, y que el Ayuntamiento jerosolimitano quiere realizar lo antes posible en otras instituciones escolares. Una ocasión concreta de convivencia y colaboración que ha ayudado a establecer nuevas y sinceras amistades y ha fomentado la confianza recíproca, trabajando en unión con pasión y humildad. «Las chicas de la escuela –concluye la Sra. Frida- no han tenido ninguna dificultad en relacionarse y trabajar incluso con las animadoras judías. Una riqueza en la riqueza que les ha permitido no solo vencer las dificultades personales, sino también crecer en sus relaciones con el prójimo, con la diversidad, con la complejidad». Una pequeña pieza en el mosaico de la cultura y de la educación que esperamos que tenga continuidad en el tiempo. Un pequeño grupo de personas que miran con confianza a las nuevas generaciones y que trabajan por su bienestar, sembrando una de las semillas más hermosas para un futuro de paz.

Texto de Caterina Foppa Pedretti
Fotos de Marco Gavasso