Ante la Gruta de la Anunciación, fray Antonino ha pronunciado su "Sí" para siempre | Custodia Terrae Sanctae

Ante la Gruta de la Anunciación, fray Antonino ha pronunciado su "Sí" para siempre

Nazaret, 7 de octubre de 2010. Hoy ha sido un día especialmente feliz en la vida de la provincia franciscana de la Custodia de Tierra Santa. En el interior de la Basílica de la Anunciación, todos los frailes se han reunido alrededor de su hermano fray Antonino Milazzo que, feliz también por la presencia de sus dos hermanos procedentes de Sicilia, ha emitido su Profesión Solemne de los consejos evangélicos en manos del padre Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa. Fray Antonino, que actualmente reside en el seminario de San Salvador, cursa el tercer año de Teología, nació en Palermo hace treinta y un años y vistió el hábito franciscano por primera vez en agosto del año 2004.

Habiéndose diplomado en la Academia de Bellas Artes, su formación artística y su refinado gusto lo han convertido en el punto de referencia para la realización de muchos y significativos proyectos, no sólo dentro del seminario, como por ejemplo la instalación del imponente crucifijo ochocentista que hoy preside el presbiterio de la iglesia de San Salvador en Jerusalén.

Ha sido particularmente feliz la elección de la Basílica de la Anunciación para este día tan especial en la vida de fray Antonio dedicado a la Bienaventurada Virgen del Rosario. Madre de la Iglesia, proclamó el papa Pablo VI a la Virgen en la celebración de la clausura del Concilio Vaticano II, y cuántas pruebas de humildad y de fe, de perseverancia y fortaleza nos ofrece la Virgen María en todas las páginas del Evangelio. Hablando de Aquella que como olivo exuberante en la casa de Dios tenía en sí el aceite que alimenta el fuego de la caridad y el esplendor de todas las virtudes, san Agustín presenta a María como símbolo del Espíritu Santo. Santuario mariano por excelencia, Nazaret es al mismo tiempo eminentemente trinitario.

Al elegir este lugar tan significativo en la maravillosa historia del amor de Dios con su pueblo, fray Antonino ha querido recordar el profundo amor de san Francisco por la Madre de Dios, Madre poverella de Jesús, hacia la que convergen tantos rasgos de la espiritualidad sanfranciscana y que evidencia una feliz expresión del beato cardenal Newman recordando que María no es sólo el gran modelo de la vida contemplativa sino también de la vida activa, de esa vida que es al mismo tiempo vida de penitencia y prudencia, si en ella nos abandonamos con toda fidelidad.

El padre Custodio ha recordado todo lo que esta elección definitiva puede parecer, en base a la lógica del mundo, como una locura: creer realmente que Dios nos llama personalmente, confiar en Él ciegamente y dejar que sea Él quien decida el cómo y el cuándo para hacer plena nuestra vida. A continuación ha recordado cómo, hace 2000 años, en el mismo lugar, una joven se embarcó en una locura aún mayor: ha creído que Dios podía hacer algo nuevo y que la necesitaba a Ella para hacerla, pronunciando entonces el “Aquí estoy”. María, después Francisco y ahora Antonino no hacen otra cosa que seguir otras huellas, las de Jesús, las del Padre que manda a su Hijo para que el hombre pueda volver a gozar de su amistad. La auténtica locura es que somos amados hasta el fin, hasta la cruz. En el punto central de su homilía, el Custodio ha recordado que fray Antonino hoy realiza la obra central por la que hemos sido creados: comprender, en su estupor, que Dios está lleno de amor por nosotros y decidir, simplemente, vivir de ello.

Testigos de la profesión solemne han sido fray Lino Cignelli, punto de referencia espiritual de muchos religiosos y religiosas en Tierra Santa, y fray Noel Muscat, maestro de los seminaristas en Jerusalén. Toda la liturgia, que se ha desarrollado ante la Gruta de la Anunciación, ha tenido momentos de profunda emoción cuyo climax ha sido el momento de la prostración de fray Antonino en el interior de la gruta, entre aquellas piedras que fueron testigo de uno de los más grandes misterios de nuestra fe.

La Santa Misa estuvo animada por sus compañeros del seminario internacional los cuales, según el deseo de fray Antonino de evidenciar en esta Eucaristía la armonía y el afecto, la unidad en la diversidad de los diferentes lugares de origen de la comunidad de los estudiantes, han interpretado cantos en lengua española, árabe e italiana con el acompañamiento de la flauta y las guitarras.

SG