Agua viva para saciar nuestra sed de unidad | Custodia Terrae Sanctae

Agua viva para saciar nuestra sed de unidad

El personaje de la samaritana, a quien Jesús dice «Dame de beber» (Jn 4,7), ha sido el centro de la Semana de oración por la Unidad de los cristianos que ha reunido a los cristianos de Jerusalén. Del 24 de enero al 1 de febrero, cada Iglesia por turno ha acogido a la asamblea de fieles para celebrar una hora de oración cotidiana. Puesto que la Navidad armenia se celebra el 19 de enero, este tiempo fuerte de oración por la unidad se celebra una semana después con respecto al resto del mundo, permitiendo así que se reúnan anglicanos, armenios, luteranos, católicos latinos, siríacos, etíopes, católicos de rito bizantino y, en menor medida, griegos ortodoxos.

Cada comunidad organiza la oración según su propio rito, aunque teniendo una proyección ecuménica y cuidando de la participación activa del resto de confesiones. La oración del lunes 26 de enero se celebró, sin luz eléctrica, en la catedral armenia de Santiago, iluminada por lámparas suspendidas y por las velas de la asamblea. La del sábado 31 de enero tuvo lugar donde los etíopes: los fieles se descalzaron para pisar las alfombras que recubren el pavimento de la iglesia. Los textos han sido leídos por representantes de otras confesiones en distintas lenguas: árabe, arameo, siríaco, etíope, armenio, inglés, alemán, italiano, etc.

Los gestos que han simbolizado la unidad han sido numerosos. Con los luteranos y los melquitas todos han podido compartir pan y vino para recordar la unidad de todos los cristianos en Cristo. El miércoles 28 de enero, en la basílica de Getsemaní, los franciscanos habían preparado para la asamblea ramilletes de olivo recogidos del jardín; todos encuentran su unidad en virtud del mismo árbol, a imagen de las distintas Iglesias unidas en la fraternidad y en la solidaridad hacia los cristianos perseguidos por su fe. Como todos los años, la oración del jueves se ha organizado en el Cenáculo, donde el culto no está autorizado, aunque el lugar pertenezca jurídicamente a la Custodia. El anuncio de la canonización colectiva de los «mártires del genocidio armenio», por parte del Rvdo. Koryun Bagdasaryan durante la oración armenia, ha recordado que los cristianos de todas las confesiones han muerto y siguen muriendo por su fe.

La atmósfera de esta semana ha sido muy fraterna, a imagen de la convivencia entre los cristianos locales; un pequeño refresco ha acompañado además estos momentos de oración, favoreciendo el intercambio informal, tan apreciado. Fray Stèphane ofm lo explica así: «Los cristianos locales conviven muy bien porque son una minoría con respecto a los judíos y musulmanes. Nosotros, los franciscanos, tenemos más relación con las Iglesias que se encargan de los santos lugares, pero esta semana es tiempo de compartir también con el resto. Está bien reunirse, acogerse recíprocamente en la oración. Está bien también compartir la comida juntos. ¡El ecumenismo se construye tanto con la convivencia como con las encíclicas!».

Los representantes de las distintas Iglesias de Tierra Santa saben lo importante que es la unidad de los cristianos, pero saben también que es un tema delicado y un desafío real. Sus homilías son testimonio de ello. «¿Sabéis que cuanto sucede en el mundo –ateísmo, poca fe, guerras, catástrofes…- sucede probablemente también a causa de las divisiones en la Iglesia única? Muchos de los nuestros viven en la indiferencia, encerrados en su propia Iglesia y no están interesados en las relaciones de la unidad», lamenta el arzobispo melquita Joseph Jules Zerey. «Hoy, en esta Semana de Oración por la Unidad de los cristianos, Cristo nos dice: "Estás corriendo tras un agua que no quita la sed, vuelve a mí y yo te daré el Agua viva, el Espíritu Santo"».

En la iglesia del Redentor, la sacerdotisa Carrie Ballenger Smith ha anunciado rápidamente: «Sé que como mujer sacerdotisa y como luterana, represento distintos argumentos que causan obstáculos a la unidad de los cristianos […]. Pero no es necesario creer que la búsqueda de la unidad signifique el aplastamiento de las diferencias o la victoria de una confesión sobre las demás. El mundo tiene necesidad del Evangelio y no de que demostremos quién tiene razón».

Para el Padre Custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, «en este difícil contexto del Oriente Medio, los cristianos deben ser reconocibles, no por sus acciones o instituciones poderosas –no son las estrategias las que llevan a la salvación, ¡y además no tenemos ningún poder!- sino por el amor mutuo que se deja ver en sus acciones. Este amor que Dios alimenta hacia los hombres, hasta enviar a su Hijo para salvarlos. En este contexto, las divisiones y los celos son un contra-testimonio de nuestra vocación de cristianos». Insistió también después en la importancia de la oración: «La oración no es la respuesta contra el mal presente en el mundo; para esto son necesarias acciones concretas y coordinadas. Pero nos permite entender cómo debemos comportarnos en la lucha contra el mal, al que como creyentes estamos siempre enfrentados. No debemos tener un acercamiento consumista a la oración. Su objetivo no es el de producir resultados sino el de hacernos descubrir una actitud, un estado, una relación […]. Con frecuencia nuestra fidelidad a un grupo o a un sentimiento de miedo hacia el prójimo ganan al mandamiento del amor. Hoy, en Getsemaní, renovemos nuestro empeño por el amor y por el apoyo recíproco, en la oración común, como hicieron las primeras comunidades cristianas en conformidad al mandato de nuestro Salvador».

Hélène Morlet