Actualidad del Ecumenismo en Tierra Santa | Custodia Terrae Sanctae

Actualidad del Ecumenismo en Tierra Santa

Con motivo de la semana de oración por la Unidad de los cristianos.

Con frecuencia los peregrinos vuelven de Tierra Santa con la impresión de haber palpado de cerca el escándalo de la división de las Iglesias. El padre Frans Bouwen, padre misionero de África en Jerusalén, fiel a la vocación de los Padres Blancos de rezar por la unidad, observa desde hace 40 años la evolución del diálogo ecuménico. Nos ofrece aquí su percepción de la actualidad.


¿Dónde está el ecumenismo en Tierra Santa?

Es difícil de explicar en pocas palabras, pero debo decir que en los 30 ó 40 años anteriores, los progresos han sido considerables. Sería impensable, hace treinta años, que llegásemos adonde estamos hoy. Veo una lenta progresión que comenzó con la visita del Papa Pablo VI a Jerusalén, en 1964, y su encuentro con el patriarca ortodoxo Atenágoras de Constantinopla, pero sobre todo con el patriarca de Jerusalén, Benediktos en aquella época. Esta progresión se ha desarrollado posteriormente poco a poco. Es necesario distinguir los niveles, los encuentros. Se desarrollan tantas cosas en el campo del ecumenismo que el proceso pasa casi prácticamente desapercibido. Hay que distinguir los Santos Lugares, las relaciones entre las jerarquías y las relaciones entre los fieles de las diversas confesiones. En cuanto a los párrocos, esto depende sobre todo de las personas. Pienso que hay avances considerables, pero éstos no están garantizados de una vez por todas, y se constata igualmente que un pequeño suceso nos puede hacer retroceder 5 ó 10 años, y entonces es necesario volver a empezar desde el principio.

¿Los responsables de las Iglesias se reúnen?

Los responsables de las Iglesias se reúnen una vez alrededor de cada dos meses, los jefes de 13 Iglesias y el padre Custodio. Se trata de una costumbre que se instauró tras el año 1994, especialmente tras la publicación del primer memorándum común sobre el significado de Jerusalén para los cristianos.

¿De qué se habla en estas reuniones?

En primer lugar son encuentros fraternos, y esto es muy importante. Los argumentos tratados se refieren frecuentemente a los problemas comunes, a las dificultades que vienen generalmente del exterior, y que con frecuencia están ligadas a la situación del país. Por ejemplo, el acceso a Jerusalén, el pagar o no los impuestos, la libertad de movimiento de los cristianos, la cuestión de la obtención del visado para los religiosos, los estudiantes, los voluntarios, etc. Es de por sí un gran paso hacia adelante, que se empezó a delinear tras los inicios de la primera intifada, a finales de 1987. Es mucho más difícil afrontar los problemas que puedan tener las Iglesias entre ellas. Frente a problemas que vienen del exterior se llegan a adoptar posiciones comunes pero para las delicadas cuestiones relativas a las relaciones entre las Iglesias tengo la impresión de que cuesta todavía afrontarlas directamente.

¿Estas cuestiones delicadas, son cuestiones teológicas?

No. Aquí en Jerusalén no hay personas competentes como para afrontar un diálogo a nivel teológico. En la Iglesia católica y la greco-ortodoxa seguramente sí, pero la mayoría de las Iglesias menores son más pobres. Además, las Iglesias ortodoxas no se creen con la legitimidad suficiente como para trabajar en ese plano, y se remiten a sus más altas autoridades, que se encuentran fuera del país. Entre los problemas existentes entre las Iglesias, sobre todo entre Católicos y Ortodoxos, que representan el 95% de los cristianos del país, el problema más delicado es, sin duda alguna, el del proselitismo. Los ortodoxos acusan todavía a los católicos de hacer proselitismo entre sus fieles. Creo que este tiempo ya ha pasado, pero en las relaciones este punto sigue siendo muy sensible para los ortodoxos. Debemos ser humildes, nosotros, los católicos, para reconocer que nuestras comunidades se han formado por gran parte de los fieles provenientes de la Ortodoxia.

¿Con la instalación de los franciscanos en el siglo XIV?

No, principalmente tras la restauración del Patriarcado latino en el siglo XIX. Existían anteriormente comunidades católicas, pero eran generalmente muy reducidas y vivían sobre todo en torno a los Santos Lugares y en algunas parroquias. Con la restauración del Patriarcado latino se dio un movimiento que se definía como misionero. Hay que ver las cosas en su contexto. Estos misioneros han hecho un trabajo considerable y ciertamente han contribuido en gran modo a parar la progresión del islam en ciertas regiones, gracias a las escuelas y a la renovación cristiana, de la que ellos se constituyeron como promotores en las parroquias. Pero trabajar por la renovación o por la unidad, en la mentalidad de la época, consistía también en trabajar para la “vuelta” de los no católicos, y muy particularmente de los ortodoxos.

La iglesia ortodoxa todavía no ha aceptado que, en un momento en el que no disponía ni de medios ni de personas, las cosas se hayan hecho de este modo; y todavía hoy ciertos responsables ortodoxos continúan considerándonos culpables de hacer proselitismo. Ahora bien, yo creo que se han hecho grandes esfuerzos, tras el Vaticano II, y que todo esto ya no existe. Sin embargo, si les pedimos que nos den ejemplos, nos ponen como muestras viejos episodios de hace 15 ó 20 años. Esto demuestra que para ellos ha quedado como una herida, y que ésta sigue estando abierta, siendo difícil de cerrar, y motivo aún de discusión. Nosotros como católicos debemos intentar comprender la sensibilidad de los demás y entonces, poco a poco, muchas cosas podrán llegar a ser posibles.

Volviendo a los encuentros entre las autoridades eclesiásticas, ¿no hay una reflexión común?

Ha habido, por ejemplo, dos medias jornadas de retiro común entre los jefes de las Iglesias, sobre un texto de la Escritura, con ocasión de una fiesta. Esto se ha revelado particularmente enriquecedor, pero ha quedado como algo del todo excepcional, al menos hasta ahora.

A un nivel inferior, y teniendo en cuenta la falta de una comisión teológica, ¿existe algún otro tipo de diálogo?

Sí. Algunos creen que podría haber intercambios en cuanto a la pastoral. Ocurre, aquí o allí, pero es muy difícil generalizarlo. También hemos afrontado las cuestiones de la ayuda recíproca entre las escuelas y del respeto a la pertenencia eclesial de los estudiantes en las escuelas. Muchos niños ortodoxos están escolarizados en escuelas católicas porque éstas son más numerosas y están más difundidas por todas las regiones. Por un lado se trata de la cuestión de la influencia del catolicismo y, por otro lado, del necesario respeto de la educación de cada alumno. El ciclo de estudios dura alrededor de 12 años. Un chico ortodoxo (o de otra confesión) que realiza todo su período de estudios en una escuela católica, que comulga en la misa, que se confiesa, se puede llegar a sentir más a gusto en la Iglesia católica que en su confesión de bautismo. El reto de la Iglesia católica es el de dar esta formación cristiana sin hacer que los chicos sean ajenos a su propia Iglesia. Todo esto presupone una atención del todo especial, si realmente queremos que progrese el ecumenismo.

¿Qué se puede decir de los fieles “de base”?

Creo que –y es un hecho sociológico generalizable a todo el Oriente Medio- los fieles se identifican más fácilmente como cristianos, mientras que el clero se identifica más en el plano confesional, por la pertenencia eclesial. Para los fieles lo que cuenta es más bien la solidaridad de los cristianos en presencia de no cristianos, y la colaboración surge espontáneamente entre ellos. Si observáis cuántos profesores ortodoxos hay en las escuelas católicas, cuántos miembros y colaboradores ortodoxos hay en las obras sociales, por ejemplo Cáritas, o en los movimientos juveniles: scouts, YMCA, YWCA, JEC, JOC, etc. En todas partes se constata que católicos, ortodoxos y protestantes trabajan juntos. Yo creo que esta fusión se da en prácticamente todas las familias. Esto facilita mucho la espontaneidad de esta colaboración, que los mismos cristianos advierten como de vital importancia para la presencia cristiana. Hasta tal punto que los cristianos a veces dicen: “La unidad no es un problema. Lo único que no separa aún son las fechas de las festividades”. Es simplificar un poco, pero es lo que sienten.

¿Hay diferencia entre el ecumenismo en los Territorios palestinos y en Israel?

Básicamente no, pero creo que en Nazaret las relaciones ecuménicas, en todos los niveles, son un poco más fáciles, más espontáneas, más fraternas a nivel de los responsables de las Iglesias. A nivel de fieles, sin embargo, creo que no hay diferencia. Esto se debe sin duda al hecho de que es otro ambiente, y que está un poco más distante del centro, de Jerusalén.

A pesar de las acusaciones que se dirigen contra la Iglesia de Jerusalén, contra todas las Iglesias ¿existe entonces ecumenismo en Tierra Santa, o no?

Cuando se dice que la división de las Iglesias es un escándalo, sobre todo en Jerusalén, donde Jesús rezó por la unidad de los suyos, etc., estoy de acuerdo, pero hay que añadir que ninguna de las divisiones que sufrimos nacieron aquí. Todas han sido importadas desde el exterior. Por tanto, la Iglesia de Jerusalén no es responsable, aunque sufra las consecuencias. Conviene que los peregrinos, que hoy se dicen escandalizados por las divisiones existentes, lo tengan bien presente.

Reflexiones recogidas por Marie-Armelle Beaulieu