500 personas reflexionan sobre el proyecto educativo de las escuelas de la Custodia | Custodia Terrae Sanctae

500 personas reflexionan sobre el proyecto educativo de las escuelas de la Custodia

Este pasado domingo, 22 de marzo, se han reunido en Belén todos los profesores, directores y el personal de las escuelas de la Custodia de Tierra Santa en una jornada de estudio e intercambio para tratar el tema de la educación católica en estas escuelas, llamadas Escuelas de Tierra Santa.

Preparándose para acoger a todos los protagonistas de estas jornadas, fray Marwan Di’des, director de la escuela de Tierra Santa para chicos de Belén, donde se han celebrado todas las reuniones preparatorias, ha hecho la siguiente declaración:

“Esta jornada es muy importante, y se desarrollará en torno a tres ejes: en primer lugar se intentará que surjan ideas nuevas para un desarrollo posterior de las escuelas de Tierra Santa. En segundo lugar, se intentará unificar la metodología en sus líneas generales, así como el trabajo en las escuelas de Tierra Santa, respetando siempre la especificidad de cada escuela, y de cada ciudad. Por fin, será motivo y ocasión para reunir a todos los que trabajan en las escuelas de Tierra Santa que se extienden por todo el país”.

Además, tuvieron la oportunidad de reunirse con el Custodio y de asistir a la conferencia pronunciada por el padre Jamal Khader, del Patriarcado latino, profesor de la Universidad católica de Belén y del Seminario latino de Beit Jalla. La conferencia versó sobre la vida académica y la pedagogía en las escuelas cristianas, y de modo especial en las escuelas de Tierra Santa.

En el territorio de Tierra Santa (en sentido estricto: Israel y Palestina), las escuelas de la Custodia se distribuyen de esta forma: En Israel existen escuelas en Jaffa, Acre, Nazaret y Ramleh, y en los territorios palestinos existen dos en Belén (una femenina y otra masculina), una en Jericó y dos en Jerusalén (masculina y femenina respectivamente). Todas las escuelas acogen a estudiantes de distintas confesiones cristianas y también a estudiantes musulmanes, en un tanto por ciento que varía dependiendo de la ciudad. En total, el número de alumnos gira en torno a los 7O00 chicos.

La jornada se inició con la misa dominical, en la capilla llamada “de los cruzados”, en Belén, para proseguir después, tras un momento de acogida, con el encuentro con el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa.

En su intervención, el Custodio ha recordado a los presentes que la presencia de los franciscanos en Tierra Santa tiene su punto de inspiración en el importante encuentro entre san Francisco y el sultán Al-Malik al-Kamil. En una época tan turbulenta como la de las cruzadas, san Francisco quiso vivir la experiencia del diálogo y del encuentro. El papel de la Custodia es el de custodiar los Santos Lugares, pero de una forma distinta a como se hace con los museos, porque la necesidad de custodiar tales lugares nace del hecho de que aquí es donde Cristo se encarnó. Así, la conservación de las “piedras de la memoria” está íntimamente ligada al apoyo de las “piedras vivas”, los cristianos, que mantienen viva la memoria de nuestra fe. Y, de hecho, la mayor parte de los Santos Lugares son también parroquias. El papel de los franciscanos consiste en conciliar estas dos dimensiones, la de la memoria y la de la fe.

En su deseo de ponerse al servicio de las realidades locales, la primera obra de los franciscanos fue la de abrir escuelas. Las primeras escuelas que surgieron en Oriente Medio son las escuelas franciscanas, y la primera de todas ellas fue la de Belén. Los archivos de la Custodia testimonian que esta escuela ya existía en el año 1595.

Las escuelas de la época fueron fundadas para los católicos. En el contexto de la época podían servir para “conquistar” almas de otras Iglesias. Pero a partir de mediados del siglo XVIII, en el seno de los franciscanos prevalecía la idea de que las escuelas debían respetar a los cristianos en su diversidad. Se comenzó de esta forma a abrir las puertas a los no católicos, sin tratar de convertirles sino respetando su identidad. Esta opción se hizo en un momento en el que el diálogo ecuménico no era considerado como una cuestión a la orden del día en la Iglesia. Pero, a la luz de lo que se vivía aquí, los franciscanos pensaron que esto era lo que se debía vivir, y hacer vivir.

Este mismo espíritu es el que les ha empujado, desde 1809, exactamente desde hace 200 años, a abrir sus escuelas a los alumnos no cristianos y, por tanto, en el contexto de esta época, a los musulmanes.

Según el Custodio, los textos de la época merecerían ser publicados en cuanto que siguen siendo hoy igual de actuales. En ellos se especificaba que en las escuelas de la Custodio se debía respetar al Islam y sus símbolos, y que no se debía pedir a los estudiantes otra cosa que respetar el reglamento escolar. Se hacía también una llamada a los directores y profesores a fin de que no se permitiesen nunca provocar a nuestros “hermanos musulmanes”.

Fue también la Custodia la que, con la ayuda de las hermanas de San José de la Aparición, comenzó con la inauguración de las escuelas para chicas, cuando la escolarización femenina ni siquiera estaba extendida en Europa. En Oriente Medio la primera escuela para chicas nació, en 1848, en Jerusalén.

“Hoy –ha dicho el Custodio- la situación ha cambiado mucho y las escuelas de Tierra Santa no son ya las únicas escuelas del país. Pero lo que continúa es la convicción de que somos todos hijos de un mismo padre. Éste es ciertamente el signo más concreto de nuestra especificidad. Y no se debe quedar sólo en teoría: si de verdad sentimos que Dios es nuestro padre y que todos nosotros somos sus hijos , entonces –continúa el Custodio- , experimentaremos también que somos hermanos y hermanas, y que de verdad podemos vivir como tales. Los profesores, al igual que los alumnos, deben ser conscientes de que todos nosotros somos, delante de Dios, como sus hijos. Es fundamental, en las escuelas de la Custodia, no hacer distinciones ni entre estudiantes, ni entre profesores. La conciencia de esta igualdad frente a Dios, la experiencia de la tolerancia, deben caracterizar a nuestras escuelas”.

En la conclusión de la asamblea, el Custodio terminaba con estas palabras: “Si nosotros los franciscanos somos los propietarios de las escuelas, vosotros sois las que las hacéis vivir. Esto demuestra la importancia de este encuentro que os reúne a todos, y quisiera daros las gracias uno a uno por vuestra presencia. Esta jornada os permitirá intercambiar vuestras experiencias, pero también compartir vuestras ideas, profundizar en los proyectos de nuestras escuelas y pensar juntos en su futuro”.

Tras responder algunas preguntas, el Custodio ha cedido posteriormente la palabra al padre Jamal Khader.

Según el padre Jamal, lo que caracteriza a las escuelas cristianas es el espíritu en el que se fundamenta todo la comunidad escolar: los alumnos, los profesores y el personal administrativo. Este espíritu trata de privilegiar una educación “integral”. La educación académica es muy importante, pero también lo es la religiosa, así como la ética. El objetivo es formar al hombre en su totalidad: en su inteligencia, su corazón, su fe y su relación con los demás. A continuación viene la cuestión de los medios para conseguir personalizar este espíritu, y ayudar a los profesores a poderlo mantener y desarrollar.

El padre Jamal en su intervención ha querido también subrayar los valores de una escuela cristiana: la vida humana, la dignidad del hombre, la honestidad, la lealtad, la transparencia, la acogida de todos en el respeto de la alteridad y de las diferencias. Diferencias que pueden ser de tipo religioso, social, económico, etc. Ha insistido también en la solidaridad, sobre todo con los menos afortunados, y sobre el papel fundamental de los profesores, que pueden servir de ejemplo para sus alumnos. De esta forma ha invitado a los profesores a ayudar a los alumnos a construirse un espíritu crítico y una capacidad de discernimiento.

Las escuelas son además, según el padre Jamal, lugar para una educación en la belleza y en la bondad del hombre. Una bondad que, en el ambiente escolar, encuentra su espacio para desarrollarse.
“En la situación actual del país –explicaba el padre Jamal ya al final de su conferencia- los valores de las escuelas cristianas son todavía más importantes. Nuestras escuelas deben ser escuelas de paz, de educación para la paz, escuelas de encuentro, capaces de animar a la apertura hacia los demás”. Ha añadido después que la situación del país, e incluso los numerosos y rápidos acontecimientos que están ocurriendo en el campo social y cultural, empujan a las escuelas a la obligación de encontrar, aquí y ahora, los medios para afrontar estos nuevos desafíos. Los profesores tienen plena conciencia de tales desafíos, pero se encuentran siempre en la búsqueda de los medios prácticos y concretos para responderlos.

Con este fin, para intercambiar opiniones sobre los medios e instrumentos aptos para transmitir estos valores en la sociedad actual, los participantes se han dividido después en grupos de trabajo, de 20 personas cada uno, ocupando las distintas clases de la escuela.
En un encuentro posterior, todos juntos han podido compartir las ideas y las propuestas surgidas en los grupos.

La jornada concluyó con una labor encomendada a los profesores: sobre un folio blanco debían escribir aquello en lo que creían para las escuelas. Fray Abdel Masih, responsable de todas las escuelas de la Custodia, les ha prometido que el resumen de este trabajo se repartiría después a las escuelas.

Algunos participantes, al comienzo de la jornada, habían expresado algunas de sus dudas: “¿Cómo se podrá trabajar bien, si somos tantos?”. La calidad de la organización, preparada con mucha anticipación y en la que han estado implicadas todas las escuelas, ha satisfecho todas las necesidades y todos han quedado contentos de esta jornada, que han calificado como útil y estimulante para el futuro.

“El gran desafío –ha declarado fray Abdel Masih-, es la ética que debemos transmitir a cada alumno. Debemos ayudar a todos y cada uno de los estudiantes a construir su propia conciencia. El espíritu de san Francisco es un espíritu muy apegado al hombre, dirigido al hombre. San Francisco nos enseña a mirar el bien que hay en cada hombre, en su naturaleza, trabajando en la sociedad y siendo el medio en el que se refleje el designio del Señor para nuestras vidas”.

Fray Abdel Masih, interrogado sobre la situación de las escuelas de Tierra Santa en el contexto actual, ha respondido: “Me gustaría subrayar el hecho de que nosotros mantenemos con las otras escuelas cristianas del país una relación clara y que trabajamos con el departamento de las escuelas católicas y, en las dos realidades en las que estamos presentes, con los ministerios de educación. Tanto en Israel como en Palestina encontramos dificultades con estos ministerios a causa de nuestro status especial. Pero mantenemos con ellos un diálogo constante a fin de encontrar las soluciones”. Hablando de las dificultades encontradas, fray Abdel Masih cita, en Palestina, las nuevas normas que, por ejemplo, establecen que el director de una escuela debe ser palestino, las normas que obligan a rendir cuentas de las finanzas de la escuela al Ministerio de Educación, o que conceden una licencia temporal a las escuelas mientras que hasta ahora era permanente. “Son sólo algunos ejemplos”. “En Israel, una de las mayores dificultades que encontramos con el ministerio se debe al hecho de que nuestras escuelas pertenecen a la categoría de escuelas “reconocidas pero no oficiales”, privándonos así de cualquier ayuda oficial. También aquí abundan los ejemplos. “Actualmente –prosigue fray Abdel Masih- sentimos los efectos de la crisis económica mundial, sobre todo en Palestina donde la casi totalidad de los gastos de funcionamiento de las escuelas corren a cargo de la Custodia. Aprovecho para dar las gracias a todos los benefactores que, desde todo el mundo, contribuyen en este esfuerzo”.

¿Cuál es el deseo de fray Abdel Masih para las escuelas? El que se contiene en la lapidaria fórmula franciscana: “Paz y Bien a todas nuestras escuelas”.

Marie-Armelle Beaulieu