Las celebraciones del Miércoles Santo en Jerusalén introducen el Triduo Pascual

Las celebraciones del Miércoles Santo en Jerusalén introducen el Triduo Pascual

El canto de la Pasión según Lucas en la basílica de la Agonía y la veneración de la Columna

Las dos celebraciones solemnes que tienen lugar el Miércoles Santo en Jerusalén introdujeron el Triduo Pascual mediante una jornada de reflexión sobre el misterio de la Pasión de Jesús: los dos momentos litúrgicos tuvieron lugar primero en Getsemaní y luego en la capilla de la Aparición en la basílica del Santo Sepulcro.

El canto de la Pasión en la basílica de la Agonía

El canto Vexilla Regis dio comienzo en la madrugada del 27 de marzo a la celebración eucarística presidida por fray Alessandro Coniglio, discreto de Tierra Santa y profesor del Studium Biblicum Franciscanum.

El solemne himno de la Santa Cruz resonó en la basílica de la Agonía, el lugar donde Jesús se retiró tras la última cena, antes de ser traicionado por Judas y arrestado. Aquí, al pie del Monte de los Olivos, tuvo lugar la intensa oración de Jesús antes de su Pasión: «Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allá a orar» (Mateo 26,36).

Los frailes de la Custodia llegaron en procesión desde el convento de San Salvador con otros religiosos y files locales que siguieron la proclamación de la Pasión según Lucas, cantada a tres voces.

La proclamación de todos los evangelios canónicos

«La belleza de la liturgia de Jerusalén – comentó fray Alessandro – es que, a diferencia de todas las demás diócesis del mundo, podemos escuchar todos los evangelios de la Pasión durante la Semana Santa a través de las distintas peregrinaciones. Ayer en el Sepulcro se proclamó el evangelio de Mateo. El de Marcos lo escuchamos el Domingo de Ramos y el Viernes Santo es el día del evangelista Juan».

En la basílica de la Agonía siempre se canta la Pasión del evangelio de Lucas, porque solo este evangelista se refiere al fenómeno de la sudoración de sangre sobre la roca que experimentó Jesús. Después de la lectura de ese versículo, el cronista-cantor se acerca a la Piedra de la Agonía, situada frente al altar, se arrodilla y la besa.

La sudoración de sangre: el significado salvífico para la humanidad

«La hematohidrosis, es decir, la sudoración de sangre, tiene para nosotros un significado fundamental – continúa fray Alessandro –. No es solo una cuestión biológica, de pérdida de líquido: en el Antiguo Testamento la sangre indica vida y por eso este “dar la sangre” por parte de Jesús significa el don de su vida por nosotros y por nuestra redención».

La veneración de la Columna de la Flagelación de Cristo

En la segunda parte de la mañana, fieles y frailes se dirigieron a la basílica del Santo Sepulcro para la tradicional veneración de la Columna de la Flagelación de Cristo: la preciosa reliquia se conserva actualmente en la capilla de la Aparición.

La sangre del Señor sigue siendo la conexión litúrgica entre la roca de Getsemaní y la columna de la Flagelación: sangre que fue derramada sobre ambas durante su pasión. Ya en el siglo IV la peregrina Egeria habla de la veneración de esta columna que, sin embargo, en aquella época se encontraba en el Cenáculo y era adorada al amanecer del Viernes Santo. No fue hasta el siglo XIV cuando la columna se trasladó al Santo Sepulcro.

La asamblea entonó el himno “Columna nobilis” y a continuación los frailes y fieles presentes se acercaron uno a uno para rendir homenaje a la venerada columna.

Silvia Giuliano