Corpus Christi: el corazón del hombre quiere a Dios

Corpus Christi: el corazón del hombre quiere a Dios

Celebraciones de la solemnidad del Corpus Christi en Jerusalén

¿Qué o, más bien, Quién, sacia realmente el hambre de vida y de felicidad que habita en nuestros corazones?  La solemnidad del Corpus Christi (Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo) responde a esta pregunta. “El corazón del hombre quiere vida, quiere amor, quiere presencia real, quiere a Dios”: este es el mensaje que llega desde Jerusalén. Allí, el patriarca latino, S.B. Pierbattista Pizzaballa, presidió las celebraciones de la festividad en la basílica del Santo Sepulcro.

La Vigilia

El miércoles 7 de junio por la tarde, el patriarca hizo su entrada solemne en la basílica y presidió las primeras vísperas del Corpus Christi. A continuación, la procesión diaria de los franciscanos, presidida por fray Stéphane Milovitch, presidente del Santo Sepulcro. La procesión se detuvo en varios puntos de la basílica, entre ellos, la capilla de Santa Elena y el Calvario.  La comitiva dio tres vueltas alrededor del Edículo y se paró ante el altar de María Magdalena. Terminó en la capilla franciscana llamada de la Aparición. Al final de la procesión, los franciscanos rezaron las completas. Más tarde, fray Alessandro Coniglio presidió la evocadora celebración del Oficio de la Vigilia, en mitad de la noche, frente al Edículo del Santo Sepulcro.

La Misa

El jueves es el día de la misa solemne del Corpus Christi. Después de la entrada en la basílica del Santo Sepulcro, el patriarca presidió las laudes y la celebración eucarística ante el Edículo. La homilía fue una llamada apasionada a no ceder a la mentalidad dominante que “quiere convencernos de que el hombre vive solo de pan, de que bastan las cosas, los objetos”. Pero “nuestro corazón sabe que el pan no basta. El corazón del hombre quiere vida, quiere amor, quiere presencia real, quiere a Dios”. En 1247, en Bélgica, nació la fiesta del Corpus Christi precisamente para celebrar la presencia real de Cristo en la Eucaristía y contrarrestar las teorías que la reducían a un símbolo o una metáfora. En 1264, el papa Urbano IV extendió la solemnidad a toda la Iglesia.

La solemnidad de hoy, celebrada ante el Edículo de la Anástasis, nos lleva al corazón de los misterios pascuales: “Celebrar el Corpus Christi es celebrar la verdad y la realidad de la vida de Cristo y la verdad de nuestra vida en Él. Sí, porque Cristo es verdadero, es real, es el Viviente. Solo su Amor, solo su Pan, solo su Palabra atravesaron el desierto del mal de la muerte y no están muertos: porque solo “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,54).

La Procesión

Al final de la misa, se celebró la procesión solemne con el Santísimo Sacramento, cantando himnos eucarísticos: tras dar tres vueltas alrededor del Edículo (la última incluyendo la “piedra de la unción”) el patriarca entró en el edículo con el Santísimo. A continuación, se llevó a cabo la adoración del Santísimo Sacramento por los fieles y la bendición del patriarca con el Santísimo Sacramento en tres puntos distintos: en el umbral del edículo, delante del altar de María Magdalena y en la capilla franciscana de la Aparición.

Marinella Bandini