Una semana después del estallido de la guerra entre Israel y Hamas los frailes de la Custodia de Tierra Santa se reunieron para celebrar dos momentos de oración dedicados de manera especial a la paz.
Cada viernes, desde hace siglos, los franciscanos realizan el pío ejercicio del viacrucis en la Vía Dolorosa, atravesando la Ciudad Vieja de Jerusalén, desde el santuario de la Flagelación hasta el Santo Sepulcro. Una tradición que continuó, aunque con las precauciones necesarias, durante la pandemia del Covid. El 13 de octubre, sin embargo, el viacrucis se celebró dentro de la iglesia de San Salvador por razones de seguridad. Un hecho poco común que en el pasado tan solo tuvo lugar en momentos raros, en los que había problemas de orden público.
Una pequeña procesión formada por el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, el maestro de ceremonias y dos frailes, recorrió el perímetro de la iglesia, parando en cada estación. Acompañando la oración, desde los bancos de la iglesia estaba toda la comunidad de los frailes de San Salvador, algunas religiosas y algunos fieles. Antes de la bendición final se guardó un momento de silencio para invocar el don de la paz.
El sábado 14 de octubre, en la iglesia de San Salvador, se celebró un momento especial de oración con el rezo del rosario por la paz al pie de la imagen de la Virgen de Fátima. Los cinco misterios meditados fueron elegidos a partir de una observación de Juan Pablo II en la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae. “El rosario es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz”, escribe el Papa. Luego, menciona expresamente cinco misterios del rosario: el nacimiento de Jesús en Belén (misterios gozosos), el anuncio del Reino de Dios (misterios de luz), la muerte de Jesús en la cruz (misterios dolorosos), la gloria de Cristo resucitado y la coronación de María Reina de la paz (misterios gloriosos).
Después de cantar el Salve Regina y las letanías de la Santísima Virgen María, se recitó la “Oración por la paz” de San Juan Pablo II. “Dirige tu mirada de manera particular a la tierra en la que diste a luz a Jesús, tierra que juntos habéis amado y que también hoy sufre una gran prueba. ¡Ruega por nosotros, Madre de la esperanza! Danos días de paz, vela sobre nuestro camino. Haz que veamos a tu Hijo colmados de alegría en el cielo." Amén. El momento de oración concluyó con la bendición final y el canto Sub tuum praesidium.
El rezo del rosario introduce al cristiano a afrontar la realidad con una mirada nueva. Así escribe Juan Pablo II en la Carta Apostólica: “Mientras nos hace contemplar a Cristo, el Rosario nos hace también constructores de la paz en el mundo. Eso nos permite esperar que hoy se pueda vencer también una 'batalla' tan difícil como la de la paz. De este modo, el Rosario, en vez de ser una huida de los problemas del mundo, nos impulsa a examinarlos de manera responsable y generosa, y nos concede la fuerza de afrontarlos con la certeza de la ayuda de Dios”.
Marinella Bandini