Patton: “Aportad todo lo que podáis” | Custodia Terrae Sanctae

Patton: “Aportad todo lo que podáis”

Entrevista al Custodio de Tierra Santa sobre la situación en Siria

The Custos of the Holy Land fr. Francesco Patton
The Custos of the Holy Land fr. Francesco Patton

Padre Custodio, el terremoto en Siria movilizó de inmediato a las comunidades franciscanas presentes en la zona, para brindar ayuda y apoyo a la población local. ¿Puede hacernos un balance de la situación a la luz de las últimas noticias que ha recibido?

Estoy en contacto a diario con todos los frailes que actualmente viven en Siria. La situación en Damasco es esencialmente tranquila, porque la ciudad no ha resultado muy afectada por el terremoto: no obstante, en Damasco nuestros frailes están acogiendo a los desplazados que llegan de las zonas más torturadas y que ahora encuentran refugio en la Casanova (alojamiento para peregrinos, ndr) vinculada al santuario de la Conversión de San Pablo. La situación en Alepo es sin duda más grave, porque en Alepo la furia del terremoto se ha añadido a la destrucción de más de diez años de guerra, dando el golpe de gracia a muchas edificaciones que ya estaban afectadas por morteros, bombardeos y demás. Las personas que son atendidas diariamente por nuestros frailes, coordinados por el padre guardián fray Bahjat, son aproximadamente cuatro mil, distribuidas entre el Terra Santa College, que actualmente es el lugar donde se aloja la mayoría de los desplazados, la parroquia de los franciscanos y las instalaciones de Er Ram. También en Latakia surgió la necesidad inmediata de albergar a personas, que fueron acogidas en las salas parroquiales. En todas estas ciudades no nos limitamos a ofrecer un techo, sino que también hace falta proporcionarles alimento: sobre todo en Alepo donde se reparten 4000 comidas al día.

Entre las comunidades de Siria ¿puede decirnos cuál es la zona más?

La situación más dramática es la de las poblaciones que se encuentran en el Valle de Orontes, en la región de Idlib, porque esta es la zona de más difícil acceso y donde el terremoto azotó de forma más devastadora. Aquí las circunstancias, que ya eran críticas por el aislamiento de la zona y también por el hecho de que está bajo control yihadista, se han agravado de forma exponencial con los daños del terremoto. En este momento uno de nuestros frailes, fray Louai, está siguiendo la situación de Yacoubieh y los pueblos cercanos. La misma iglesia de Yacoubieh es inhabitable y nuestros edificios están dañados y son inseguros. Aquí la mayoría de la gente ha perdido su hogar.

La Custodia de Tierra Santa está promoviendo la recaudación de fondos para Siria a través de dos canales, el de la Asociación Pro Terra Sancta y el que gestiona el economato de la Custodia. ¿Puede decirnos de qué forma podrán estas ayudas apoyar a los frailes y a la población de Siria?

Las contribuciones económicas y financieras pueden ayudar a los frailes porque permiten comprar artículos de primera necesidad que son fundamentales en esta coyuntura. En Alepo, el propio gobierno está ayudando a nuestra comunidad proporcionando gasóleo, gas y alimentos porque repartir cuatro mil comidas al día es una misión tremendamente exigente. Si se me permite una broma, Jesús multiplicó los panes y los peces para 5000 personas, pero lo hizo dos veces en los Evangelios: aquí tenemos que alimentar todos los días a todas estas personas.
Mediante estas recaudaciones de fondos cada uno puede hacer su parte: los particulares pueden ayudarnos a satisfacer las necesidades básicas. Por supuesto, nosotros no somos las Naciones Unidas. Lo que hacemos es una gota en el océano, pero al menos unos cientos de personas pueden tener por el momento un techo sobre sus cabezas, una manta y una comida caliente. Se han puesto en marcha acciones de solidaridad que conmueven: en estos días se ha puesto en contacto conmigo una compañía de teatro amateur de un pueblo de Trentino (Italia) en la que niños y jóvenes han destinado la totalidad de la recaudación de una representación teatral a beneficio de los damnificados por el terremoto. Esto es señal de que las personas son sensibles y de que todos pueden ayudar.

Hemos oído que algunos frailes están a punto de ir a apoyar el duro trabajo de los franciscanos de la comunidad de Alepo.

Hay algunos hermanos jóvenes a punto de partir, que se turnarán para prestar servicio en esos lugares. Yo mismo, en cuanto me sea posible, intentaré ir a visitar a los hermanos para alentarlos y para animar a la población local. Es necesario y fundamental que también las figuras institucionales hagan acto de presencia.

Sobre el tema tan delicado de las sanciones que afectan al gobierno de Damasco, usted mismo en los últimos días sugirió optar por una solución inteligente de atenuación de las sanciones. ¿Cree que se está avanzando en esa dirección?

Estados Unidos ya ha decidido suspender durante 180 días las sanciones y esto es algo muy positivo. Esperamos que Europa haga lo mismo, y sobre todo que se suspendan aquellas sanciones que impiden la ayuda humanitaria, que en mi opinión son inmorales e inhumanas porque afectan a la gente común, a la población civil y los grupos más débiles. La situación en Siria ya era crítica antes del terremoto: aquí se vive con 50 dólares al mes, con el combustible y la electricidad racionados… ¿Quién de nosotros resistiría en una situación así? ¿Quién de nosotros sería capaz hoy de vivir con una o dos horas de electricidad al día? ¿O con el pan racionado? Necesitamos considerar las cosas desde el punto de vista de la dignidad humana, de la dignidad de la persona.

¿Quiere compartir algún aspecto en particular de esta situación extraordinaria y dramática que le haya afectado más en los últimos días?

Lo que más me ha impresionado es el espíritu de abnegación que nuestros frailes demostraron de inmediato. Ya desde las primeras horas, superado el susto que también les afectó a ellos, no escatimaron esfuerzos ni un instante y trabajaron incansablemente para acoger a los desplazados, consolar a los que habían perdido a algún ser querido y visitar a las personas perdidas por los pueblos: estoy pensando en quienes viven en el Valle de Orontes. Participaron y siguen participando y compartiendo el sufrimiento y el sacrificio de la gente, y al mismo tiempo abrieron completamente las puertas de los conventos. Cuando me preguntaron: ¿qué debemos hacer?, yo mismo les dije “aportad todo lo que podáis aportar” porque esto forma parte de nuestra elección de vida. Todos ellos, frente al peligro, nunca han antepuesto su propio bien y su seguridad personal al bien y a la ayuda hacia los demás.

F. De Grazia / S. Giuliano