Oración en el Monte Nebo, lugar del memorial de Moisés | Custodia Terrae Sanctae

Oración en el Monte Nebo, lugar del memorial de Moisés

El 4 de septiembre se celebra la solemnidad de San Moisés, legislador y profeta, que guio al pueblo de la alianza haciéndolo pasar de la esclavitud en Egipto a la libertad en la tierra prometida. Moisés no puedo entrar en ella, pero la vio desde el Monte Nebo, la cumbre del Pisga, frente a Jericó (Dt 34, 1-12).  Precisamente allí, en la actualidad se alza el santuario custodiado por los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, donde cada año se celebra una misa para recordar a San Moisés.

“Una vez más, no se ha podido celebrar con solemnidad debido a la pandemia del Covid-19, explica fray Raffaele Caputo, superior del convento franciscano del Monte Nebo. A pesar de estos tiempos difíciles, la mañana del 4 de septiembre, se celebró la santa misa en la capilla del convento, presidida por S.E. monseñor Mauro Lalli, responsable de asuntos exteriores de la nunciatura apostólica en Jordania, muy vinculado al Monte Nebo y a San Moisés”. Además de un fraile alumno de la Custodia, participaron en la misa también algunas religiosas y religiosos que prestan servicio en Jordania.

En su homilía, monseñor Mauro Lalli habló de la figura de Moisés, que obedeció a Dios cuando le reveló que no entraría en la tierra prometida. Moisés representa así la figura del siervo obediente, que después encarnará Jesús.

“La misa fue un momento de recogimiento espiritual muy intenso, continuó fray Raffaele. Rezamos a San Moisés para que interceda por la desaparición de esta pandemia de la humanidad. Recordamos en nuestras oraciones a todos los hermanos de nuestra amada Custodia, especialmente aquellos que hicieron su primera profesión solemne el 4 de septiembre. Esperamos que el año que viene se pueda celebrar con toda solemnidad la fiesta de nuestro protector San Moisés”.

En comparación con el primer año de pandemia, el franciscano de Tierra Santa señala una situación de ligera mejoría, ya que actualmente pequeños grupos de peregrinos logran llegar al santuario.  “Hace tres meses, en mayo, un grupo de polacos celebró una misa en el santuario por primera vez desde el comienzo de la pandemia, explicó fray Raffaele. En las últimas semanas tuvimos también tres grupos muy numerosos de Nigeria. Los viernes y sábados, sobre todo, a menudo llegan algunos lugareños curiosos que quieren descubrir nuestro santuario. También a veces recibimos pequeños grupos internacionales que trabajan para delegaciones diplomáticas u organismos de cooperación internacional en Jordania, que vienen al Monte Nebo como lugar de descanso, ya que está aislado de la ciudad”.

Desde que la pandemia del coronavirus impide a los peregrinos viajar con facilidad, fray Raffaele Caputo dispone de más tiempo en el convento del Monte Nebo. Por ello, decidió dedicarse a la elaboración de mermeladas y licores artesanales, que luego regala a los amigos del convento. La suya es una vida de oración y trabajo manual, más sencilla y “franciscana”, que comparte también con otro fraile de la Custodia de Tierra Santa que sirve en el memorial de Moisés en el Monte Nebo.

El lugar donde se encuentra el santuario en la actualidad, a ocho kilómetros al noroeste de Madaba, ya era conocido por los habitantes de la región, pero solo en 1932 los franciscanos consiguieron adquirirlo.  En 1933 empezaron las excavaciones arqueológicas y los restos fueron estudiados por los expertos del Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén, que descubrieron los restos de una basílica rica en mosaicos, mencionados ya en el siglo IV por la peregrina Egeria. Con el tiempo, los franciscanos crearon un museo que reúne los hallazgos encontrados en este lugar sagrado y financiaron la restauración de la basílica que alberga el memorial de Moisés, que concluyó en 2016.

 

Beatrice Guarrera