Los peregrinos que se encontraban en el Santo Sepulcro la tarde del martes 30 de agosto se vieron sorprendidos por la presencia casi de incógnito – dado el ritual ingreso con gran pompa que suele acompañarlos en las fiestas religiosas – de los líderes de las Iglesias mayores, custodios del sepulcro de Jesús.
Cada uno llegó por su cuenta a la hora señalada: el Patriarca greco-ortodoxo, Teófilo III, precedido por los kawas y seguido por monjes y consejeros; el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, y monseñor Sevan Gharibian, Gran Sacristán armenio de Jerusalén, en representación del Patriarca Apostólico armenio.
En el lugar, en la zona que rodea el Edículo, los jefes de la Iglesias fueron precedidos por fray Dobromir Jasztal ofm, coordinador de las obras en la basílica de la Resurrección para la Custodia de Tierra Santa y el doctor Osama Hamdan, arquitecto responsable.
Este último expuso el orden del día, preparado por el equipo de La Veneria Reale, encargada de la restauración del pavimento de la Anástasis.
El motivo de esta reunión sobre el terreno era la elección del tipo de piedra para el suelo que deberá reemplazar las losas que faltan o que están muy dañadas, al final de las obras.
Los monjes escucharon atentamente toda la información que se les presentó. No se trata de “elegir un nuevo suelo para el baño”, sino de restaurar el edificio más importante de la cristiandad. Hay muchos criterios y variables a considerar.
Como en todo trabajo de restauración, es importante rendir homenaje a los elementos del pasado que puedan sobrevivir. Todas las piedras que puedan limpiarse y que se consideren suficientemente resistentes se colocarán en el lugar exacto y en la misma posición en la que se encontraban. Cuando esto no sea posible, se optará por la sustitución de las piedras intentando rellenar los huecos existentes o las losas demasiado estropeadas.
Dado que las obras empezaron en la parte nortedel edículo, la atención se centró en el avance de las obras en esta zona.
Numerosos criterios
En la elección se tienen en cuenta aspectos estéticos, como el color, así como la naturaleza de la roca, para replicar lo más fielmente posible el aspecto de las piedras antiguas. Sin embargo, estas piedras deben ser suficientemente robustas para soportar la presión de las grandes multitudes que llenan el área alrededor de la tumba. También deben ser bastante fuertes para resistir los golpes de los kawas (jenízaros) que marcan el ritmo de las procesiones solemnes con sus bastones. La roca también debe resistir las manchas de cera, aceite o cualquier tipo de residuo que ensucie el suelo tras el paso de los turistas. Debe, además, ser resistente a los detergentes que se utilizarán en el futuro, a pesar del tratamiento de limpieza con gasolina al que se ha sometido la zona en torno al edículo hasta la fecha. Así mismo, es necesario probar la durabilidad de los colores. Sabemos que las piedras varían de color y a veces de densidad – cuando entran en contacto con el aire una vez extraidas de la cantera, así como durante el propio proceso de extracción. De hecho, el color del edículo, restaurado y limpiado en 2016, no es el mismo que cuando se completaron las obras en marzo de 2017. El Patriarca greco-ortodoxo añadió que hay que tener cuidado “para no permitir que los peregrinos se tomen de la mano, porque se sabe y se ve que no dudan en usar herramientas para extraer y llevarse las reliquias de la basílica”.
Para facilitarles la elección, los responsables de las Iglesias tuvieron disponibles muestras de piedras que cumplían la mayoría de los criterios especificados. Las doctoras Sara della Felice y Sara Gambella de La Veneria Reale montaron tres zonas de dos metros cuadrados cada una, combinando las piedras originales listas para reutilizar con las nuevas losas previstas. Osama Hamdan presentó las ventajas y los inconvenientes de cada tipo de piedra, después de escuchar las numerosas preguntas de los asistentes. Estos últimos, todos profundos conocedores del uso de la basílica y de su arquitectura, subrayaron que las piedras seleccionadas podrían variar entre la rotonda alrededor del edículo, donde se busca una mayor armonía estética, y el deambulatorio, donde el tipo de piedra es diferente, más oscura y con tonos amarillo ocre.
Naturalmente, también se debe tener en cuenta la capacidad del suelo para recibir este nuevo pavimento y la seguridad de los niveles estratográficos inferiores. Lo mismo se aplica a la naturaleza de las juntas que sellan las piedras entre sí, que se inyectarán a presión para conseguir que discurran lo máximo posible a lo largo de su espesor, garantizando así una mejor unión entre cada losa y una mayor resistencia a la presión tanto vertical como horizontal. Además, mientras las piedras actuales tienen entre 4 y 8 centímetros de espesor, las futuras deberán tener un espesor de 12.
Historia y sostenibilidad
La atención prestada al proceso de decisión refleja el deseo de las Iglesias de realizar una restauración del patrimonio sostenible y de calidad. En su momento, los investigadores de La Sapienzia y de La Veneria Reale podrán aportar mucha información sobre la historia del pavimento de la basílica, sobre la procedencia de las piedras y su fecha de colocación. Pero estos elementos, que completarán los datos históricos sobre la historia del edificio, todavía están en fase de estudio.
Detrás de las vallas de las obras, en la zona de los Arcos de la Virgen, los intercambios se desarrollaron en un ambiente de convivencia. A veces incluso cómicos, como cuando un religioso planteó la posibilidad de poner una punta de plástico a los bastones de los kawas, ya que la huella de sus golpes es claramente visible sobre determinadas piedras astilladas. Esta observación casi horrorizó a algunas personas para las que sería mejor dejar de tener kawas antes que darles unos “bastones silenciosos”. En un espíritu de concordia, se decidió pedir a los kawas que atenuaran su ímpetu cuando golpean el suelo de la basílica.
En este sentido, las Iglesias decidieron una serie de combinaciones para las distintas áreas de la basílica. Pero para la zona alrededor de la Tumba de Jesús prevaleció la estética de los tonos rosa. Al final de las obras, el suelo restaurado será sin duda más bonito y menos peligroso, pero durante algunos meses será un poco sorprendente para quien está habituado al pavimento actual, que es irregular, oscuro y desordenado.
Fuente: Terre Sainte
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