La Sagrada Familia | Custodia Terrae Sanctae

La Sagrada Familia

Lc 2,51: Custodiaba todas estas cosas en su corazón
La Iglesia nos da la oportunidad y la alegría de celebrar, en el domingo que se encuentra entre la Navidad y el principio del año, la fiesta de la Sagrada Familia, una fiesta singular y muy significativa que nos invita a recorrer el camino de la infancia de Jesús y observar el papel decisivo e insustituible que tuvieron los padres, un hombre y una mujer, del Hijo de Dios.
Sí, es cierto que son unos padres muy especiales por el papel que asumieron y desarrollaron por expresa voluntad de Dios, a través de su servicio, como se lee en el Evangelio de este día, que recuerda la pérdida y hallazgo de Jesús en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua.
En su ministerio, una de las páginas más elocuentes en la predicación de Jesús, destaca la escena del discurso en la montaña. Entre las bienaventuranas, hay una que, particularmente, aclara el episodio de hoy y refleja las vivencias de la Sagrada Familia, especialmente de María: Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados (Mt 5,4).
Consuelo inconmensurable, que alivia la pena de la aflicción y el llanto, es el hallazgo de Jesús tras haberse perdido voluntariamente. Si en la precipitada huída de la misma Sagrada Familia a Egipto (cfr Mt 2,13-15.19-23) Jesús, todavía niño, está presente y por tanto alivia con su presencia a los dos padres noveles aunque ya sufrientes, la aflicción es dolorosa y cierta sin embargo en esta pérdida inesperada donde la ausencia real y física de Jesús lleva consigo una consternación que solo cuando es encontrado cambia en consuelo y alegría.
A pesar de todo, María y José no entienden nada, ni siquiera las expresiones de Jesús sobre el deber de cumplir la voluntad de su Padre que está en los cielos (cfr Lc 2,49-50) sirven para iluminar lo vivido.
Esto es lo que el episodio de la fiesta de hoy nos enseña, el vital y necesario comportamiento de María, que la mayoría de las veces debe colocarse como ejemplo y respuesta a tantos interrogantes y dudas que se presentan, especialmente en la relación entre padres e hijos: custodiar y conservarlo todo en el corazón; hasta que un día las cosas oscuras se iluminen, las incertidumbres se conviertan en evidencias y la búsqueda del porqué y del cómo se transforme en adhesión plena y gozosa a la voluntad del Padre en nosotros.
¡Felicidades a todas las familias cristianas!