El 13 de octubre se celebró en Cafarnaúm la festividad anual del santuario, que conmemora la presencia, la predicación y los milagros realizados por Jesús. Aquí, de hecho, se desarrolló gran parte de su vida pública. Él “se estableció en Cafarnaúm”, escribe el evangelista Mateo, sugiriendo que esta se convirtió en su ciudad de adopción, hasta el punto de ser llamada “la ciudad de Jesús”.
Este año la peregrinación se llevó a cabo de forma semiprivada: no había ni fieles locales ni peregrinos, debido a la situación de guerra. En cuanto a los frailes, solo participaron los que viven en los distintos santuarios y conventos de Galilea, y estaban presentes las hermanas que colaboran con los franciscanos en Cafarnaúm. “La liturgia se vivió de manera muy sencilla, familiar, pero al mismo tiempo con gran cuidado y con la solemnidad adecuada” afirmó el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, que presidió la celebración y que está realizando una visita fraternal a las comunidades de Galilea.
La peregrinación en Cafarnaúm tuvo lugar del modo habitual: la lectura de la pesca milagrosa y de la llamada a los primeros discípulos a orillas del lago y luego, cantando, la procesión hasta el santuario donde se celebró la misa.
Esta es también la ocasión en que, tras la comunión, se bendicen y distribuyen los frutos de la tierra. “Esta vez, sin embargo – explica el Custodio –, precisamente a causa de la guerra, no realizamos la bendición de los frutos, sino que rezamos una oración especial por la paz, extraída del misal romano”.
En su homilía, el Custodio recordó “la importancia de permanecer en los Santos Lugares, especialmente en los momentos difíciles”. El mismo papa Clemente VI, en 1342, año de la fundación de la Custodia de Tierra Santa, “pidió a los frailes que vivieran en los Santos Lugares, que celebraran misas cantadas y oficios divinos, y que fueran una fraternidad internacional”.
El Custodio subrayó que esto fue y es particularmente importante en los momentos más difíciles de la historia: “Permanecemos en los Santos Lugares, celebramos y rezamos en los Santos Lugares porque de este modo la gracia del lugar sigue hablando y fluyendo dentro de la historia. Estamos presentes también en esta celebración, desde muchas partes del mundo, y así representamos tanto a los peregrinos que no pueden venir como a la dimensión universal de la Iglesia”.
A la misa siguió un almuerzo fraterno, durante el cual los frailes de las diferentes comunidades pudieron disfrutar de un tiempo juntos, charlar, contarse lo que están viviendo y compartir sus preocupaciones. “Hubo también un pensamiento hacia los hermanos que experimentan una situación similar al otro lado, en el Líbano”, explicó el Custodio. “El hecho de estar a ambos lados de las fronteras nos hace sentir mucho más la necesidad de rezar por la paz”.
Marinella Bandini