La formación franciscana: el noviciado | Custodia Terrae Sanctae

La formación franciscana: el noviciado

El mes de septiembre es importante para los franciscanos en formación. En este periodo tienen lugar dos acontecimientossignificativos: la ceremonia de la vestición para acceder al noviciado y la primera profesión de votos con los que termina el llamado “año de prueba”, el noviciado.  Estos son dos de los pasos decisivos para acceder al estado religioso en sentido canónico. Las dos fechas de este año son: el sábado 4 de septiembre, día de la primera profesión de ocho novicios en La Verna (Toscana-Italia), de la mano del ministro general fray Massimo Fusarelli, y el domingo 5 de septiembre, día de la vestición de otros ocho postulantes de la Custodia de Tierra Santa, en Montefalco (Umbría-Italia).

Durante la celebración del 4 de septiembre (https://fb.watch/7PgbcthZ5Y/), el ministro general habló de la importancia de la vida en su totalidad, no dividida en “antes” y “después”, sino única y unida por el amor a Jesucristo.  “Francisco nos dice que Cristo lo era todo para él; su cuerpo depositado sobre la tierra desnuda significa que no necesitaba nada más”, dijo fray Fusarelli en su comentario al Evangelio. “Francisco persevera. Pero ¿cómo es posible perseverar durante toda la vida? Vosotros profesáis para un año, pero en vuestro corazón, por favor, profesad para toda la vida. Porque el Amor no es una prueba, el Amor lo es todo.

Es posible perseverar en este que hoy decís si seguís siendo peregrinos y forasteros, como nos indica Francisco; no imitéis el estilo de quien tiene una morada permanente, sino que estad siempre en camino, en la libertad del Evangelio, que es fruto de la fe, esperanza y caridad y, por tanto, fruto del Amor”.

Esta celebración está vinculada a la que tuvo lugar el domingo 22 de agosto en Tierra Santa, donde un fraile franciscano hizo su primera profesión de la mano del Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, en la iglesia de San Juan en la Montaña, en Ein Karem. “Profesar que se quiere abrazar nuestra vida significa confesar públicamente querer «seguir las enseñanzas y las huellas de nuestro Señor Jesucristo» (Rnb 1,1) y querer «observar el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad» (Rb 1,1)", recordó fray Patton durante su homilía. “Esto solo es posible si hemos descubierto quién es Jesús y que solo Jesús tiene palabras de vida eterna, es decir, palabras que nos revelan el sentido pleno de nuestra vida y una dimensión de eternidad y plenitud que no encontramos en ninguna otra palabra y en ninguna otra relación. Esto solo es posible si hemos descubierto que fuera de esta relación ya solo existiría el vacío para nosotros”.

Los novicios de la Custodia de Tierra Santa, así como los de otras provincias franciscanas italianas, realizan el año de noviciado en el santuario de La Verna en Toscana (Italia). En este lugar, querido por San Francisco de Asís, el Señor imprimirá en la carne del santo de Asís las llagas de su Pasión y se le aparecerá como un “serafín crucificado” los días próximos a la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz de 1224.  Desde entonces celebramos la fiesta de los Estigmas el 17 de septiembre, para recordar cómo Francisco de Asís se convirtió en imagen viviente de Cristo.

El santuario de La Verna está situado sobre un promontorio rocoso a 1128 metros sobre el nivel del mar, rodeado de bosques y de hayedos centenarios. Encarna, con su belleza y posición aislada, la búsqueda de San Francisco de lugares donde sentirse cercano al Señor, lejos de todas las tentaciones y distracciones. Para los novicios es un lugar donde pueden vivir intensamente, durante un año, la dimensión de una oración más profunda y reservada a entrar en contacto con el espíritu original del franciscanismo: un “salir del mundo” para entrar en conexión profunda con Jesús.

Contemplación, trabajo y apostolado: estas son las tres dimensiones del carisma franciscano que experimentan los novicios. Después del año de aspirantado (primer contacto con la vida de fraternidad), que se realiza en los conventos de Belén y Harissa (Líbano), y el postulantado en Montefalco (Italia), los novicios tienen la oportunidad, en el contexto del convento franciscano de La Verna, de confirmar su llamada tras las huellas de San Francisco, enfrentándose a la misma humanidad y experiencia de Jesús.