Fiesta de la Invención de la Cruz (2006) | Custodia Terrae Sanctae

Fiesta de la Invención de la Cruz (2006)

Fra Artemio Vítores ha presidió el Oficio y la Misa de la Invención de la Santa Cruz el domingo 7 y el lunes 8 de mayo en el Santo Sepulcro. Esta fiesta del mes de mayo no se incluye en el calendario romano, excepto en el de Jerusalén donde, para la Diócesis es una fiesta mientras que para la Basílica de la Resurrección es una solemnidad.
Antes de la reforma del calendario romano esta fiesta se celebraba el 3 de mayo. En realidad, el Papa Pío XII instituyó la fiesta de San José Obrero el 1º de mayo y la fiesta de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago se trasladó al día 3. Para no duplicarse, la fiesta de la Invención de la Cruz desapareció en 1969; sólo se conservó la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre. Pero en Jerusalén, en el 326, Santa Elena, madre del emperador Constantino, encontró la reliquia de la Santa Cruz cerca del Calvario, y se ha conservado el recuerdo de esta “invención” (encuentro).
La fecha de esta conmemoración era el 7 de mayo. Efectivamente, el 7 de mayo del año 351 “una enorme cruz luminosa apareció en el cielo, sobre el santo monte del Gólgota, y se extendía hasta el Monte de los Olivos” (Carta de San Cirilo de Jerusalén al emperador Constancio, 351). Esta fecha coincidía dentro del tiempo pascual, uniendo el misterio de la Cruz al de la Resurrección. Además, por otro lado, conjugaba la antigua tradición de la Iglesia Oriental que desde entonces no ha dejado de venerar la memoria de esta aparición en el cielo de Jerusalén. Como ese mismo año, el 7 mayo coincidía con una fiesta armenia, la memoria se trasladó al día 8.
La celebración se inicia la tarde del domingo con la procesión cotidiana de los franciscanos en la Basílica, pero se detiene en la gruta de Santa Elena, que en esta ocasión se encuentra cerrada para que la comunidad reunida pueda cantar las primeras vísperas delante de la reliquia de la Santa Cruz, expuesta en la gruta. La gruta se reviste para la ocasión con los más bellos ornamentos, en contraste con el resto de la Basílica de la Resurrección.
Al día siguiente, la Misa se celebró también en la cripta de Santa Elena, y concluyó con una procesión solemne en torno a la Edícula del Santo Sepulcro, durante la cual el vicario custodial, Fr. Artemio Vítores, portaba la reliquia de la Santa Cruz.
La celebración estaba inmersa en una atmósfera pascual, lejana de la efervescencia que reinaba en la Basílica duranta la Pascua y la octava.
Resumiendo, una fiesta íntima, de oración y mucha alegría para todos los fieles.

Para leer la homilía de Fray Artemio Vìtores, hacer click aquí.

MAB