En Belén, una Santa Catalina universal | Custodia Terrae Sanctae

En Belén, una Santa Catalina universal

Este año, la fiesta de Santa Catalina, patrona de la parroquia de Belén, se revistió de un caracter particularmente universal. Se trata ante todo de una fiesta para los feligreses de la ciudad de la Natividad, que en esta ocasión, acogió al Custodio de Tierra Santa, máxima autoridad de los Franciscanos, quienes desde el siglo XIII, atienden dicha parroquia. Como cada año,las autoridades locales fueron al encuentro del Custodio hasta el monasterio de Mar Elias (San Elias profeta), lugar que marca la entrada secular a la demarcación de Belén. Pero la sorpresa, a la llegada del cortejo de vehículos a la plaza de la Natividad, fue encontrar más de 150 franciscanos que asistieron al lugar para unirse al canto de acción de gracias del Te Deum.

Como es bien sabido, los Franciscanos de la Custodia de Tierra Santa pertenecen a todas la nacionalidades. Por lo general, los hermanos que residen en Judea se unen a la fiesta; pero este año, estuvieron acompañados de unos 80 Comisarios de Tierra Santa.

Los Comisarios de Tierra Santa son representantes de la Custodia en todo el mundo. Informan en sus respectivos países sobre la vocación, actividades y proyectos de la Custodia, incentiban y organizan peregrinajes, llaman la atención de los Cristianos del mundo entero sobre la situación de los Cristianos en Medio Oriente, promueven la colecta anual de ayudas realizada el Viernes Santo. Desde el 19 de noviembre, estos 80 Comisarios estuvieron reunidos en Jerusalén en un congreso internacional convocado por el Custodio y organizado por el Vicario custodial, el padre Artemio Vítores, con el objetivo de intercambiar experiencias y reflexionar sobre la forma de mejorar su trabajo para servir siempre mejor a los Santos Lugares y a los cristianos locales que son sus Piedras Vivas. Es por esto que una gran multitul de gente se congrego bajo un esplendido sol en la plaza de la Basílica. Según lo establecido por la tradición, el Custodio entró por la pequeña puerta de la Basílica de la Natividad, donde lo saludaron representantes de las otras confesiones cristianas, que junto con los Franciscanos, custodian el lugar donde nació Cristo, después y al canto del Te Deum, el Custodio entró en la iglesia parroquial de Santa Catalina, donde se dirigió a los feligrese palestinos dondoles corage y animandoles amantenerse fieles en la fe y la esperanza en la dificil situación que atraviesan. Su discurso en italiano fue traducido por el párroco, padre Amyad Sabbara, ofm. Después de la bendición pontifical, el Custodio recibió saludos y muestras de afecto por parte de los feligreses a la entrada de la iglesia en el claustro de San Jerónimo. Pero la fiesta de Santa Catalina no terminó ahí ni para los franciscanos ni para los feligreses. Para los franciscanos fue una gran alegría el celebrar unidos la liturgia de las horas en una iglesia que prácticamente llenaban con su presencia. Para los feligreses y los Comisarios fue también una ocasión para alegrarse con la bendicion los edificios de apartamentos de la nueva residencia de Santa Catalina, un complejo de dos inmuebles construidos por la Custodia de Tierra Santa. Los trabajos se terminaron a principios del mes de noviembre y 24 familias de Belén pudieron mudarse a este lugar. Las familias anhelaban ese instante, ya que era el momento indicado para agradecer a la Custodia y ofrecer regalos a los principales maestros de obra del complejo. Para los Comisarios de Tierra Santa, fue una excelente ocasión para ver uno de los proyectos a los que su trabajo contribuye y palpar la felicidad de esos cristianos palestinos, al servicio de los cuales ellos se encuentran, repartidos por todo el mundo. El domingo por la mañana, los comisarios partieron a Galilea, la misa parroquial, presidida por el Custodio, unió sea la celebración de Cristo Rey, sea el júbilo de la fiesta parroquial. La entrada del Custodio a Belén está llena de tradiciones y el peso de la tradición no manifestó molestia alguna en los corazones alegres, porque este año, la alegría de los cristianos en Belén estaba por encima de calquier cosa.

MAB