Betania, casa de la amistad, de la acogida y de la hospitalidad. Se recuerda a Lázaro, María y Marta, los amigos de Jesús que lo acogían a menudo aquí.
Fr. MICHAEL SARQUAH, ofm
Superior Santuario de Betania
"Este lugar es conocido como “la casa de la amistad”, porque María, Marta y Lázaro eran amigos de Jesús. Siempre que iba de Jerusalén a Galilea, o de Galilea a Jerusalén se paraba aquí en casa de esta familia, por ello es un lugar muy importante para Jesús."
A esta pequeña ciudad palestina hace meses que no llegan peregrinos. Durante la misa solemne presidida por Fr. Marcelo Cichinelli la iglesia está casi vacía, pero los franciscanos de la Custodia no renuncian a las diferentes citas de la jornada.
Betania es, de hecho, el lugar donde Jesús resucitó a Lázaro. A primera hora de la mañana el secretario de la Custodia de Tierra Santa desciende la estrecha escalera de la tumba de Lázaro para celebrar la Santa Misa.
Fr. MARCO CARRARA, ofm
Secretario Custodia Tierra Santa
"En estos momentos de dificultad, de incertidumbre, en los que esta pandemia ha trastocado nuestros planes, poder celebrar en la tumba de Lázaro tiene el significado de poder comenzar una vida nueva, de poder con Cristo resucitar y así devolvernos la esperanza, la fuerza, para estar poder seguir adelante en este periodo."
Es la primera etapa de una peregrinación especial, tradicionalmente dirigida por los franciscanos en esta ocasión.
Fr. MARCO CARRARA, ofm
Secretario Custodia Tierra Santa
"Para subrayar la importancia y la sacralidad del lugar tras la celebración en la iglesia venimos en peregrinación aquí a la tumba de Lázaro, donde leemos el Evangelio del milagro. Aquí antiguamente se proseguía a pie… Hoy se mantiene esta tradición, por lo que se hace esta peregrinación por el Monte de los Olivos."
El camino es el que desde antiguo conducía de Betania a Jerusalén: Un recorrido breve, si no fuera por el muro de separación que actualmente obliga a un largo trayecto alternativo en coche. Así la peregrinación llega a la capilla de la Ascensión, para concluir en el Santuario del Pater Noster en el que resuena la oración más conocida de la cristiandad, que el mismo Jesús nos enseñó y que vemos reproducida sobre los muros en todas las lenguas del mundo.