Al servicio de la paz y el diálogo desde hace 800 años: conferencia internacional de la Custodia | Custodia Terrae Sanctae

Al servicio de la paz y el diálogo desde hace 800 años: conferencia internacional de la Custodia

Los ocho siglos de presencia franciscana en Tierra Santa fueron el centro de la conferencia internacional “El diálogo entre culturas y religiones en la promoción de la paz: 800 años de presencia franciscana en Tierra Santa”, que tuvo lugar el 21 y 22 de diciembre pasados. Organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Italia, el Observatorio de las minorías religiosas en el mundo y para el respeto de la libertad religiosa, la Custodia de Tierra Santa, el Instituto Teológico de Asís y la Universidad Pontificia Antonianum, la conferencia se desarrolló en dos jornadas y en dos lugares distintos, pero llenos de significado. La primera fue en Roma, corazón de la cristiandad, con el lema “De San Francisco al papa Francisco: la profecía de un mundo reconciliado”, y la segunda en Asís, corazón de la orden franciscana, en la que se habló de “El franciscanismo en Tierra Santa, de los orígenes a la actualidad. Palabras y gestos”.

El Custodio de Tierra Santa, fray Patton, en su intervención en la conferencia de Roma subrayó cómo San Francisco dio la vuelta a la idea del homo hominis lupus, es decir, de que «el hombre represente un lobo para los demás hombres». El concepto nació con Plauto en el siglo III a.C., se hizo famoso gracias al filósofo Hobbes en el siglo XVII, y volvió a considerarse en la época contemporánea con el Choque de las civilizaciones de Samuel Huntington. San Francisco, por el contrario, afirmaba – recordó Patton – que frente a un hombre siempre hay un hermano, «incluso cuando se trata de un adversario, un bandido o profesa una fe diferente». «El enemigo está solo dentro de nosotros mismos», decía el santo de Asís. Desde entonces, primero los franciscanos y después la Custodia de Tierra Santa, instituida formalmente por el papa Clemente VI en 1342, siempre han desempeñado un papel de «hermandad» inclusiva, caracterizada por el respeto a la multiculturalidad.

«Conmemorar los ochocientos años de la Custodia de Tierra Santa – comentó por su parte el ministro de Exteriores italiano Angelino Alfano – representa un acto de política exterior. El diálogo no está nunca garantizado y no es fácil, pero es la única vía posible. Las oportunidades para dialogar, cuando se quiere dialogar, siempre existen».
«Federico II y Al Malik lograron realizar la utopía de una Jerusalén verdaderamente abierta durante algunas décadas», destacó en su ponencia el historiador Franco Cardini. En 1229, además, se destruyeron los muros. Una utopía que duró poco debido a las sucesivas invasiones, pero que mantiene una «gran actualidad».
Para concluir la primera parte de los trabajos, el cardenal Sandri manifestó que los franciscanos representan una fuerza profética que «convierte la diversidad en riqueza». «Una tarea que no solo corresponde a los hijos de San Francisco, sino a todos los que aspiran a la paz, porque desde Jerusalén, la paz pasa por cada uno de nosotros».

En Asís, la conferencia comenzó el 22 por la mañana con el tema “El franciscanismo en Tierra Santa, de los orígenes a la actualidad. Palabras y gestos”, con las ponencias del padre Mauro Gambetti, custodio del Convento Sagrado, el padre Giulio Michelini, decano del Instituto Teológico de Asís, monseñor Domenico Sorrentino, obispo de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino. El custodio de la Porciúncula, fray Giuseppe Renda, recibió a los asistentes explicando cómo el mismo Francisco comprendió en esa misma pequeña iglesia de Santa María de los Ángeles su propia vocación como heraldo de la paz. Después pudo experimentar allí muchas gracias y finalmente dejó este mundo como un hombre libre, feliz de encontrarse con Aquel que por amor le había creado, sostenido y esperado. «Lo que experimentó Francisco de Asís puede ocurrirle a cualquier criatura humana que se abra a la gracia de Dios», afirmó. Siguieron las intervenciones y oraciones de los representantes de las tres religiones monoteístas (judía, musulmana y cristiana) para concluir con el rezo comunitario de la llamada “Oración Simple”.