Pentecostés: Conmemoración de la venida del Espíritu Santo en el Cenáculo | Custodia Terrae Sanctae

Pentecostés: Conmemoración de la venida del Espíritu Santo en el Cenáculo

Jerusalén, 12 de junio de 2011

“Cuando el día de Pentecostés llegaba a su fin, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos”.

Así se narra en en libro de los Hechos de los Apóstoles la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos, recluídos en el Cenáculo cincuenta días después de la resurrección. En ese mismo lugar, dos mil años después, se conmemora la entrega del Espíritu, que dio a los apóstoles de Jesús el poder de manifestar la Buena Nueva de tal forma que todos pudieran comprenderla.

“Había entonces en Jerusalén hombres piadosos, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo”. De muchas naciones han llegado también los peregrinos presentes en la sala del Cenáculo la tarde de este domingo de Pentecostés.

El lugar que la tradición identifica como la sede de la Última Cena y también de la entrega del Espíritu Santo es hoy de propiedad judía. Abierto a la oración y a las visitas cotidianas, sólo durante los días del Jueves Santo y Pentecostés puede utilizarse como sede de las celebraciones y oficios religiosos.
Este domingo, el padre Custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, ha guiado la procesión de los franciscanos y presidido en el Cenáculo el rezo de las Vísperas. Distintas lenguas, tantas como personas estaban presentes, se han mezclado y acompañado una a la otra durante el rezo en voz alta del Padrenuestro.

A lo largo de todo el domingo se han sucedido, también en distintas lenguas, las misas que se han celebrado desde la madrugada en el “Cenacolino”, la iglesia del convento franciscano que se encuentra a pocos metros del Cenáculo.

Texto de Serena Picariello
Fotos de Mab y Thomasz Dubiel